Este artículo merece un “disclaimer”: es una mierda. No tiene ninguna relevancia sobre ningún factor de la vida de nadie. Pero bueno, es gracioso, ¿y acaso no son las cosas graciosas lo que hacen llevadera la vida? La respuesta es no.
Como antecedente a esta chorrada debo decir que durante mi presencia warhammera de los últimos años he decidido coleccionar un ejército de miniatura de “la guardia de la muerte”, los marines podridos que adoran al dios de la plaga nurgle. He querido hacer esto por muchos motivos, uno de los cuales es que tuve un ejército así de joven y era una puta mierda, y ahora tengo ocasión de hacerlo “como es debido”, y lo entrecomillo porque yo pinto muy mediocre.
Para el que no haya jugado a Warhammer 40.000, conviene saber que (muchas veces) los ejércitos se valoran en un sistema objetivo en el que cada miniatura y opción de equipo tiene asignado un “precio” en puntos. Este precio se ajusta cada año (o menos) en una teórica búsqueda de equilibrio de juego.
La mayor parte de jugadores manejan esto con prácticas aplicaciones, bien en teléfono móvil, bien en ordenador clásico, que les abstraen de cualquier operación algebraica. Yo, sin embargo, obtengo un mayor disfrute de escribir mis listas en papel y llevarlas a la partida como los transhumanos de antaño llevaban la lista de la compra al continente (ahora carreful) en sus animales de carga.
Pero claro, esto lleva a un problema: ¿cómo estar actualizado a los valores de puntos de cada momento? Bueno, puedes tacharlos en el libro original, o puedes imprimirlos, o si tienes suerte, puede ser que la compañía en cuestión los saque todos juntitos en un práctico compendio.
Este ha sido el caso en este 2021, con la gracia adicional de que dicho compendio venía incluido con la White Dwarf 462, la no barata revista mensual de GW. Todo pintaba bien para mí, que en realidad disfruto también de la citada publicación desde muy joven, pero este es un post de desventuras chorras, así que los muy sagaces lectores esperarán que algo saliera hilarántemente mal.
Pues sí. Resulta que la compañía decidió regalar con esta revista un montón de videojuegos de temática warhammera en steam, con lo que ya se volvió realmente jugosa, hasta el punto de que… ¡no pude conseguir ninguna para mí!
¿Pero acaso esto puede frenarme de hacer las listas comandadas por Lord Thagos Dulthroch, señor del fango y del óxido? Por supuesto que no, yo soy un tipo armado con euros, y sabía que algún aprovechado querría sacarme las perras en wallapop, y la humanidad no me decepcionó, ahí estaba ese ser de luz que me vendió la citada revista por… ¡8 euros y 2 de gastos de envío!
En resumidas cuentas, que alguien se había hecho con los videojuegos por 0 euros y encima había financiado levemente a la compañía de correos nacional, ¡pero al fin tenía mi puñetero manual de puntos monitorum! Ayer lo metí en el coche, y en una hora “muerta” que tenía por ahí, me decidí a abrir el paquete y disfrutar haciendo una lista de marines de nurgle.
Tengo que decir que con el paquete en la mano tuve un mal presentimiento. A ver, lo tengo siempre que me preparo para disfrutar de uno de esos placeres opcionalmente melancólicos que he planificado en exceso. Los lectores seguramente sepan a lo que me refiero aunque sea porque este artículo vaticina el desastre chorra final.
Pues el caso es que abro el manual monitorum, tomo mi pergamino y pluma (en realidad cuaderno y boli de un congreso), y me preparo para organizar el ejército. Abro el manual por la página de la Guardia de la muerte… y ahí están las unidades de cuartel general, las tropas… un momento, ¿dónde están las unidades de élite, pesadas, ataque rápido y demás? Si pasas de página están los “mil hijos”. Toma errata.
Como dirían los neohumanos de ahora, acompañado de un gracioso meme o un gif de gatitos, EPIC FAIL. En fin, culpa mía por prepararlo todo. Me reí de mí mismo y me puse a jugar a la nintendo. Y que conste que esa también me trae desventuras chorras, pero de esas hablaré otro día.
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