Como quizá sepan los lectores, no atribuyo ningún factor positivo a las celebraciones anuales ni basadas en ningún periodo atribuido por las elecciones arbitrarias de las sociedades humanas. Claro que entiendo que haya personas que quieran asociar cierta esperanza a estos eventos, pero yo no soy como ellos, yo soy perfectamente capaz de vivir sin esperanza.
Supongo que esto viene en los genes. Es algo que he visto ya varias veces en miembros de mi familia. ¿que lo último que se pierde es la esperanza? Los cojones, mucho más tarde se pierde la voluntad de derrotar a tus enemigos y de demostrar a todo el mundo y a ti mismo que lo hiciste con HONOR.
Pero a despecho de que a mí las celebraciones periódicas me digan bastante poco, eso no quita que sea imposible evitar recordar a mi fallecida madre en estos momentos. Verán, precisamente esta noche a mí me gusta quedarme en casa para no tener que cruzarme con nadie que esté celebrando de forma irresponsable.
Por esto, y porque quería estar con mi madre que si no se quedaba sola, para mí desde hace unos años la costumbre era tomar una agradable cena ligera en solitario con ella, luego ella se tomaba las uvas, y finalmente me venía al ordenador para charlar un rato con mi amigo Vorvek.
Este año viene a estar siendo parecido, pero sin mi madre. Ya ha pasado algo más de un año, y en general lo llevo más o menos bien. Ya la tristeza se ha convertido en una costumbre y no duele de forma ardiente, excepto en momentos en los que los eventos me traen su recuerdo de forma tan vivida.
Hoy he querido honrar su recuerdo haciendo más o menos lo que hacía con ella, como seguiré haciéndolo año tras año porque quiero recordarla. Pero mientras recorría el supermercado buscando algunas de las cosas ricas que ella solía hacer de cena, me he dado cuenta de que en verdad ya no tienen el mismo sabor.
Al final me he puesto a pintar un tanque de los marines espaciales y me ha pillado el toro. Lo he acabado veinte minutos antes del fin de año, momento en el que he ido a poner TVE 2 para ver las campanadas y me he dado cuenta de que en el vendaval de noviembre se estropeó la antena de televisión y no la arreglé porque… ya nadie ve la tele en esta casa.
Supongo que no importa demasiado poque hoy en día cualquier mierdecilla como yo puede ver la televisión en internet. Y mientras estoy escribiendo estas palabras veo “cachitos de cromo”, un programa que nos gustaba ver mientras cenábamos. No está mal, y por lo general todo lo demás suele ser peor.
Para mí 2020 no ha sido tan mal año como 2019. Ha sido malo porque ella no está, pero no tan malo porque no fue el año en el que murió. No espero gran cosa de 2021. Podrían crear una vacuna contra el cáncer, encontrar la paz mundial, o que se cerrara guguel, que seguiría siendo un mal año. Claro que puede ser peor, claro, tengo mucho por perder. Lo estoy esperando.
Te echo de menos, madre. Tú comprendías la tragedia de existir, y estabas dotada de hermosos principios con los que supiste darme ejemplo toda tu vida. Ojalá pudiera ser la mitad de buena que tú. He hecho grandes cosas este año, cosas que te gustarían y te harían sentirte orgullosa. Sé que si hubiera un cielo desde el que tú estuvieras mirando me dirías: “no hay cielo ni nada,
gilipolllas”.
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