Hermanos Juramentados de la Espada Negra
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¿No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena?
5-1-2019 13:01
Por Verion
La ciudad de Madrid está contaminadísima. El mundo es una porquería, pero las grandes ciudades son una porquería mayor, así que respeto que existan políticas que traten de disminuir sus efectos o al menos de crear una cierta concienciación al respecto.
Hace algunas semanas mi madre tenía una sesión de quimioterapia en un hospital en Madrid, y esta coincidió con un episodio de alta contaminación fruto de lo cuál teníamos prohibido acceder a la capital con nuestro vehículo privado, dado que este es algo viejo.
Nótese que nosotros somos personas preocupadas por la ecología, y la decisión de mantener este vehículo no obedece únicamente a un ajustado presupuesto personal, sino al convencimiento razonado y corroborado de que tirar un coche que funciona y fabricar uno nuevo es, de hecho, más contaminante que mantener dicho coche viejo.
En la misma tónica somos personas defensoras del transporte público, así que no tenemos ningún problema en viajar al hospital de esta forma, pero en este caso no es posible porque debido a la quimioterapia mi madre está inmunocomprometida, y eso significa que un catarro cualquiera podría incluso llevarla a la muerte. Ni se me ocurriría sugerirle que se metiera durante una o dos horas (que los atascos existen) en criadero de virus y bacterias.
Así que esta fue la segunda ocasión en la que he visto a mi madre llorar por esta enfermedad. Estaba tremendamente frustrada y bloqueada por los efectos secundarios de la medicación, así que esto fue la gota que colmó el vaso de su aguante mental, y colapsó de una forma bastante evidente.
¿Por qué a mí?, me preguntó en algún momento de todo aquello. ¿Por qué no me dejan ir a recibir mi medicación en paz? Yo le dije que no era algo en su contra, que el protocolo de contaminación era inflexible y sin excepciones para todos, y que la ley es así, no entiende de pena ni de las circunstancias puntuales de una persona.
Yo en ningún momento sentí miedo o duda porque sabía que de una forma u otra haría trampas, como de hecho ocurrió. Creo que no se ha escrito ley que no esté rellena de fallos que una persona esforzada pueda explotar para conseguir sus fines, y este caso no fue una excepción. No voy a comentar cómo lo hice porque quiero que esta excepción siga existiendo para el futuro. Mi madre recibió quimioterapia y todo fue razonablemente bien. Hubo que hacer algunas cosas raras y caminar un poco, pero lo llevó bien.
Para mí todo esto se habría quedado en nada: una típica situación en la que la ley no reconoce una situación particular de un individuo, y ese individuo se salta la ley con ingenio. Nada que no haya vivido cientos de veces. ¿Por qué escribir un artículo entonces?
Algunas semanas después, en el puente de navidades, se produjo una situación idéntica, pero el ayuntamiento decidió relajar la presión y permitir la circulación de vehículos para no perjudicar los viajes de nochebuena. Así, como suena.
Entonces, ¿en qué queda lo que le dije a mi madre? Eso de que la ley tenía que ser inflexible. O sea, ¿los pulmones de los madrileños son importantes a no ser que sea navidad? ¿Hay que pedirles a los reyes magos una dosis extra de NOx?
En realidad la respuesta es que una persona enferma (o varias, en realidad) importa mucho menos que los desplazamientos de navidades de millones de personas, porque los enfermos son menos y votan poco (y durante poco tiempo, probablemente), y porque los que hacen viajes de navidad están bien entregados al noble ejercicio de gastar.
¿Y qué deduce este miserable pordiosero que conduce un coche viejo del tres al cuarto? Que seguiré haciendo trampas y sobreviviendo. A fin de cuentas se me da bien, pero sin duda aprovecho para meterme con los políticos de turno, sean del color que sean, con la certeza de que nunca van a leer mis textos de mierda y que cuando ellos o sus familiares tengan cáncer irán al hospital en un flamante vehículo matriculado el año en curso. Ellos sí lo valen.
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Hace algunas semanas mi madre tenía una sesión de quimioterapia en un hospital en Madrid, y esta coincidió con un episodio de alta contaminación fruto de lo cuál teníamos prohibido acceder a la capital con nuestro vehículo privado, dado que este es algo viejo.
Nótese que nosotros somos personas preocupadas por la ecología, y la decisión de mantener este vehículo no obedece únicamente a un ajustado presupuesto personal, sino al convencimiento razonado y corroborado de que tirar un coche que funciona y fabricar uno nuevo es, de hecho, más contaminante que mantener dicho coche viejo.
En la misma tónica somos personas defensoras del transporte público, así que no tenemos ningún problema en viajar al hospital de esta forma, pero en este caso no es posible porque debido a la quimioterapia mi madre está inmunocomprometida, y eso significa que un catarro cualquiera podría incluso llevarla a la muerte. Ni se me ocurriría sugerirle que se metiera durante una o dos horas (que los atascos existen) en criadero de virus y bacterias.
Así que esta fue la segunda ocasión en la que he visto a mi madre llorar por esta enfermedad. Estaba tremendamente frustrada y bloqueada por los efectos secundarios de la medicación, así que esto fue la gota que colmó el vaso de su aguante mental, y colapsó de una forma bastante evidente.
¿Por qué a mí?, me preguntó en algún momento de todo aquello. ¿Por qué no me dejan ir a recibir mi medicación en paz? Yo le dije que no era algo en su contra, que el protocolo de contaminación era inflexible y sin excepciones para todos, y que la ley es así, no entiende de pena ni de las circunstancias puntuales de una persona.
Yo en ningún momento sentí miedo o duda porque sabía que de una forma u otra haría trampas, como de hecho ocurrió. Creo que no se ha escrito ley que no esté rellena de fallos que una persona esforzada pueda explotar para conseguir sus fines, y este caso no fue una excepción. No voy a comentar cómo lo hice porque quiero que esta excepción siga existiendo para el futuro. Mi madre recibió quimioterapia y todo fue razonablemente bien. Hubo que hacer algunas cosas raras y caminar un poco, pero lo llevó bien.
Para mí todo esto se habría quedado en nada: una típica situación en la que la ley no reconoce una situación particular de un individuo, y ese individuo se salta la ley con ingenio. Nada que no haya vivido cientos de veces. ¿Por qué escribir un artículo entonces?
Algunas semanas después, en el puente de navidades, se produjo una situación idéntica, pero el ayuntamiento decidió relajar la presión y permitir la circulación de vehículos para no perjudicar los viajes de nochebuena. Así, como suena.
Entonces, ¿en qué queda lo que le dije a mi madre? Eso de que la ley tenía que ser inflexible. O sea, ¿los pulmones de los madrileños son importantes a no ser que sea navidad? ¿Hay que pedirles a los reyes magos una dosis extra de NOx?
En realidad la respuesta es que una persona enferma (o varias, en realidad) importa mucho menos que los desplazamientos de navidades de millones de personas, porque los enfermos son menos y votan poco (y durante poco tiempo, probablemente), y porque los que hacen viajes de navidad están bien entregados al noble ejercicio de gastar.
¿Y qué deduce este miserable pordiosero que conduce un coche viejo del tres al cuarto? Que seguiré haciendo trampas y sobreviviendo. A fin de cuentas se me da bien, pero sin duda aprovecho para meterme con los políticos de turno, sean del color que sean, con la certeza de que nunca van a leer mis textos de mierda y que cuando ellos o sus familiares tengan cáncer irán al hospital en un flamante vehículo matriculado el año en curso. Ellos sí lo valen.
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Re: ¿No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena?
7-1-2019 01:06
Por Koldraj
Jo, situación frustrante sin duda. No conozco en detalle el protocolo, pero creía haber oído que si ibas a un parking se permitía entrar. No es así, ¿verdad?
Re: ¿No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena?
7-1-2019 15:35
Sin duda es una situación muy dura. Muchos ánimos a tu madre y a ti.
Re: ¿No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena?
7-1-2019 19:47
Por Taraak
Como siempre la ley incapáz de ser justa y los pobres diablos apañandoselas como pueden. Puta mierda.