De la ley y la ética.
¿Es la ley justa por ser ley o es ley por ser justa?
Esta pregunta es básica para cualquier amante de la filosofía o de la política, pero para mi tiene una respuesta muy sencilla y triste, la justicia no les importa un cuerno a quienes redactan las leyes; pero, lo mas triste es que a día de hoy (y posiblemente en el pasado) tampoco les ha importado a aquellos a los que se les aplican dichas leyes.
La reflexión de este artículo viene dada por un debate que ha nacido al calor de un documental visto en clase de "Empresa e Iniciativa Emprendedora" (porque "propaganda neoliberal" no queda tan chuli) sobre cierta red social, resumiendo el documental: su fundador es un capullo sin escrúpulos; yo intenté traer a debate una cosa que todos los documentales que he visto evitan como nosotros evitamos la mirada de los mendigos que nos piden una limosna, la procedencia de los millonarios beneficios de esa red social.
Y es que la procedencia de esos beneficios es un maldito secreto a voces, ¿como puede una empresa que ofrece "gratis" su producto con una publicidad mínima ganar millones?, pues porque
tu eres el producto,
tu eres la fuente de sus ingresos, la tecnología conocida como "big data" (forma *guai* de decir "mogollón de datos") consiste en que nosotros gratuitamente ponemos a disposición de grandes compañías nuestra vida privada para que ellos ganen millones, ¿a que planteado de esta manera parecemos gilipollas?
La discusión como me era de suponer empezó a girar en torno a que a fin de cuentas se trata de un negocio legal, que los responsables somos los consumidores por no oponernos a ello, etc, entonces procedí a comparar tal situación con los narcotraficantes que comercializan substancias altamente nocivas y adictivas, su argumentación pasó a ser que esa red no era adictiva como una droga...
mentira (hasta aquí nada que no me esperase), en ese momento les hablé sobre como dicha empresa tiene (todas en realidad) una enorme sección de psicólogos encargada de manipularte y lanzarte a una u otra conducta, y fue entonces cuando para mi asombro empezaron a defender en masa a los narcotraficantes, la responsabilidad era únicamente de los que se hacían adictos, apreté las tuercas, bombas y civiles, gobiernos que venden espantosas armas a otros gobiernos no menos espantosos a sabiendas de que con ellas matan y matarán civiles; la respuesta de todos era unánime, idéntica, aterradora,
"aquello era legal".
Al borde de que se me escapasen las manos, la voz y las lágrimas de la rabia, dije una última cosa,
"entonces ¿si yo acudo a un país donde es legal casarme con una niña de 9 años y la violo hasta matarla eso está estupendamente?, después de todo es legal", risas nerviosas, bromas para escapar, y, una única voz que expresó su opinión, una opinión cruel, miserable, ruin y rastrera como la historia de la humanidad,
"si era lo que yo quería, podía costeármelo y era legal, ¿porque no?"
La ley no es mas que un trozo de papel cuyo único valor es el de un papel higiénico de muy mala calidad; el papel tal cual sirve para que un niño dibuje, para que un poeta o un escritor nos haga soñar, para mantener el conocimiento en el tiempo y a través de las generaciones, o para que las personas tengamos claro que hace falta en nuestra despensa; pero mancillado por absurdas normas hechas por tiranos para su rebaño, se convierte en el asesino de la conciencia, en la muerte del pensamiento libre y en la tumba de la razón.