Voy a escribir de un tema que me parece complicado y que es una parte de un ejemplo que ha aparecido recientemente en redes sociales. De partida quiero señalar que escribo de forma genérica y no refiriéndome a este caso concreto, y desde luego basándome en mi experiencia.
Antes de seguir tengo que señalar que esta -mi experiencia- no es global pero tampoco escasa. He realizado partidas en muchísimas jornadas de todo el país durante años, y no solo eso, sino que además trabajé durante una parte de mi vida en la seguridad privada de eventos, así que tengo formada mi propia visión basada en la experiencia.
La cuestión a la que voy a intentar responder -spoiler: voy a fracasar- es si el máster de una partida es o no es la autoridad en la misma, y si por lo tanto se le pueden exigir responsabilidades por los eventos ocurridos en ello.
A falta de una definición mejor, diré que para mí la costumbre social establece que la autoridad en un ámbito es aquel ente que tiene la capacidad de enunciar normas y obligar a que las personas las cumplan. La autoridad legal es un ejemplo bastante efectivo de esto (aunque algunos nos saltemos algunas normas), y creo que me viene muy al pelo porque en unas jornadas la autoridad seguramente venga delegada por el oficial municipal en los organizadores del evento.
Una autoridad teórica que no venga acompañada por agentes que puedan obligar a su cumplimiento suele estar desnuda y pierde su significado. Si por ejemplo establecemos que en el mercadillo no se puede robar, pero la gente sale con el material sin esconderlo siquiera y no contamos con fuerzas para impedirlo, tendremos que dejar el mercadillo el año que viene. En el caso de unas jornadas, normalmente las fuerzas locales del orden se pondrán de lado de los organizadores en este sentido, aunque, en mi experiencia, esta vía de actuación puede ser demasiado lenta, además de que la policía no suele conocer las pautas de comportamiento habituales en el entorno.
Otro ejemplo de esto son las discotecas de ocio nocturno en las que trabajé en mi juventud. No quiero imaginarme a policías locales o incluso nacionales manteniendo el orden en esas circunstancias, y de hecho lo que se emplea en esas circunstancias es a tipos que nos entrenamos de forma informal y que aprendemos las buenas pautas de comportamiento adaptado por la vía de la experiencia. Vamos, normalmente equivocándonos al menos una vez.
Por fortuna, las jornadas de rol y juegos no son tan violentas ni de lejos: a lo largo de estos años en jornadas no he visto conflictos a puñetazos, mientras en aquel trabajo yo me peleaba muchas semanas, y no había noche en la que no hubiera lesiones. Y eso que con un poco de psicología, trato adecuado y un buen grito se impedían muchas peleas.
La verdad es que comparativamente los roleros me parecen (o parecemos) unos buenazos. Por internet muchos pueden tener una mala hostia importante, pero luego en persona esto se mitiga o incluso desaparece, y desde luego he visto a pocos violentos. Gilipollas sí, pero dispuestos a causar y sufrir daños físicos, no tantos. Y eso es bueno, somos europeos civilizados que no requieren fuerzas de seguridad (públicas o privadas) para comportarnos de una forma segura para todo el mundo.
Pero claro, este hecho que yo percibo de forma clara no tiene por qué ser así para todo el mundo, y desde luego si un individuo manifiesta no violencia física sino verbal, puede poner muy incómoda a más de una persona, y más aún si esta violencia verbal se refiere a una posible violencia física inmediata en el tiempo.
Creo que si a mí me ocurre, no llego ni a enfadarme, sino que me entra la risa. Pero claro, es que a mí no me ocurre porque la gente no quiere entrar a un conflicto conmigo. La gente quiere participar solo en peleas que pueda ganar.
A donde quiero llegar es que salvando dos o tres jornadas, todas las demás no están preparadas para afrontar un conflicto físico real en el que una persona quiera causar graves lesiones o matar a otra. Y en serio que yo he impedido unas pocas de estas, sé lo que me hablo.
Pero bueno, vivimos en un mundo civilizado, ¿no? Quizá simplemente sirva con que los encargados de la seguridad estén preparados para tratar otros hechos no tan ¿lesivos?. Agresiones verbales, y ese tipo de comportamientos. Es posible que se llegue a implementar, pero desde luego veo complicado que los máster lleguen a poder convocar al oficial de seguridad verbal.
Imaginemos que estamos en una de estas situaciones en una mesa de juego. El máster ve que uno de los jugadores se ha pasado, y decide cortar la partida, levantarse e irse a buscar al oficial. O una de dos, la falta no es patente y el sujeto va a defenderse al estilo político (negarlo todo), o es patente, en cuyo caso van a echar al tío, y la cosa va a ser tan desagradable que a nadie le van a quedar ganas de seguir, lo que sería el mismo efecto que si el máster hubiera parado la partida en primera instancia.
Pero claro, aquí ya hay una suposición que para mí es en mucha medida falsa, y es que el máster es la autoridad de la partida, cuando yo defiendo que de hecho es solamente un jugador más (si eso la autoridad es el manual o los dados…). Y es que en este caso yo no creo que el organizador de la actividad sea, de hecho, la autoridad.
Ahora bien, hay dos cosas en las que sí parece la autoridad. La primera es que tiene el poder único de concluir la actividad unilateralmente. Si cualquier otro jugador se va, el resto elevan los hombros y siguen jugando, pero si el máster se va, la actividad queda inmediatamente detenida. Esto le da un poder que impone bastante autoridad.
En segundo lugar, el máster, al menos en jornadas, es un observador independiente de los conflictos entre el resto de jugadores a los que no suele conocer de forma habitual. Es decir, que es un testigo cojonudo en unas condiciones óptimas, como que no esté nervioso o temeroso de que los jugadores estén insatisfechos, o que no haya un ruido ensordecedor, o que no esté mirando el resumen en el momento de los hechos…
Yo he vivido situaciones de violencia verbal en partidas, y es verdad que pueden ser desagradables, pero normalmente no me meto a no ser que (1) sea yo el interpelado, (2) se me reclame activamente por una de las partes o (3) vea una situación extremadamente clara de indefensión. Pero cuando ocurre
no lo hago porque sea máster, sino porque soy persona.
No me gusta ser un agente de la autoridad, por eso dejé de trabajar de portero, y no me gusta ser juez, que por eso no soy juez. Solo soy un tipo que intento que otros se entretengan. Casualmente tengo una formación en situaciones violentas, pero la verdad es que no tengo ninguna gana de usarla.
Y sin que nadie me lo diga, voy a dar un consejo que es una mierda porque nadie me lo ha solicitado. Es un consejo de una persona a la que partieron a la nariz y que partió la nariz de otros, un consejo de alguien que ha visto a un portero de cien kilos arrastrar a un niño de quince a la calle y dejarlo inconsciente de un puñetazo, un consejo de alguien que ha visto a un tipo golpear una y otra vez la cabeza de otro contra el radiador de un coche, un consejo de alguien que ha visto a un ladrón de abrigos apuñalar a quien lo increpaba. Un consejo de mierda que nadie me ha solicitado:
No te tomes tan en serio las agresiones verbales.
En serio, las palabras se las lleva el viento, solo las acciones perduran, y muchas veces solo un poco.
Cuando alguien te ofenda, te insulte, o pretenda humillarte, ríete en su cara. Y si no puedes reírte porque te ha puesto de una mala hostia que no te aguantas, vale, pues levántate y manifiestale que te parece un miserable con el mejor taco de tu repertorio, o a gritos, o como te parezca. Pero hazte valer por tus medios, porque la autoridad no tiene por qué ponerse de tu lado -tiene su propio lado- y los procotolos… los defensores de los protocolos se la cogen con papel de fumar, para cuando tengan un veredicto, se han acabado las partidas, las jornadas y las jornadas del año que viene.
Y si tienes miedo… es normal tener miedo a que la situación se ponga violenta y te hagan daño. Pero también diré algo del miedo y del dolor, y lo digo desde el conocimiento: todo el mundo tiene miedo, tú, yo, el abusón que te amenaza y todo el mundo… pero normalmente se pasa tras el primer puñetazo, lo de quien lo de.
El dolor también se pasa, más rápido de lo que parece. Y con el tiempo, se olvida. Con el tiempo, lo único que recuerdas es que no te dejaste amedrentar y que defendiste lo que te pareció correcto. Y en verdad van a ser pocas las veces que te defienda la policía, la autoridad, el máster, los organizadores, o los protocolos.
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