Llevo un tiempo escribiendo más bien poquito, y especialmente poco en este blog, que es el único en el que escribo. Mi presencia en redes sociales no es mayor, así que quizá alguien piense que me he quemado definitivamente.
Bueno, supongo que en parte es cierto. A lo largo de mi existencia como creador nada me había frenado, ni la pobreza, ni el impacto de un padre que despreciaba los aspectos creativos, ni el trabajar en la más decepcionante de las violencias urbanas. En esas condiciones escribía al menos tres novelas al año, pero en los cuatro años que pasé en las redes sociales escribí tan solo dos novelas, y en la actualidad ya apenas escribo en el blog. Creo que son lo peor que puede sufrir una persona que quiera ser creativa, pero existen muchas fuentes de mucha más confianza que yo mismo, que solo pretendo atestiguar el hecho.
El caso es que en ocasiones se me pregunta “¿cómo estás?” y tiendo a responder “no puedo quejarme”. La verdad es que creo que sería hipócrita por mi parte hacerlo, porque tengo relaciones personales positivas y satisfactorias, tengo un trabajo que me consume pocas horas y en el que soy tremendamente -muy tremendamente- valorado, y con respecto a la salud -la mía- sigo siendo extremadamente robusto. En unas condiciones tan positivas, ¿por qué me deprimo?
Como ya manifesté al final de crowdfunding de fRáGiL, yo
he atravesado una depresión prolongada cuyos efectos quizá ya tengan que acompañarme siempre. Quizá esa sea mi falla, ¿quién sabe? Pero tampoco es que pueda hacerle gran cosa. De hecho recientemente tuve una recaída, pero en este caso no incluyó mi frecuente tanda de pensamientos suicidas, sino que fue mucho más apática. Creo que, al menos en parte, he aceptado y asumido que no me voy a suicidar, y esto es porque soy un gilipollas que odia.
El odio es muy poderoso en mi familia. Voy a contar una interesante anécdota al respecto, de las que a mí me gustan: largas, graciosas y con una reflexión subyacente.
Ocurrió hace muchos años que estaba en casa de mi ahora fallecida abuela con algunos de mis familiares, uno de los cuales -que llamaré de forma ficticia Juan-, contó que había sufrido una horrible asfixia con un trozo de carne hasta que alguien le aplicó la célebre maniobra de Heimlich. Le pregunté si había tenido alguna revelación en su experiencia cercana a la muerte (ECM), y respondió que sí.
Le preguntamos si había visto su vida pasar frente a sus ojos, si había visto un tunel, una luz, su visión de un dios superior, o si había percibido a su hija crecer: queríamos saber cuál era esta revelación, pero no nos la decía.
Hubimos de desplazarnos a un lugar más privado, y no porque sintiera vergüenza, sino porque no quería que se enteraran los niños. Libre ya de su escrutinio, manifestó sin ningún empacho que lo que había visto era a su hermano “el innombrable” -sobrenombre real- al que odia, y que le reventaba desde lo profundo que le sobreviviese.
La verdad es que los presentes nos reímos. Este sujeto con el que comparto lazos sanguíneos no veía a su hija, ni lo positivo de su vida, ni tenía temor a morir más allá de que le sobreviviese su enemigo. Y nos reíamos, pero todos sabíamos en lo profundo de nuestro ser que también éramos así.
Por eso yo no me puedo suicidar. Porque en el último momento, con el cuchillo ya pegado a mis venas siempre me acordaré de mis enemigos vivos, y pensaré que los muy miserables se reirán de mí mientras postean en sus redes sociales de asquerosos, con su miserable trasero sentado en temporalmente cómodos asientos pagados por la condescendencia de la deriva social. Y eso sí que no.
Así que como siento que esta es una realidad inevitable para mí, y que no puedo hacer gran cosa para que cambie, creo que he llegado a la conclusión de que mejor esperar a la muerte con una actitud proactiva, aunque sea simplemente por joder a mis enemigos. Llegado el día pisaré sus tumbas. Metafóricamente al menos.
Y cómo obviamente no me estoy quieto ni hecho una mierda, aquí va un listado de mis actividades en los últimos tiempos, para quien puedan interesar. Les pongo un título así grandote, para que nadie pierda el tiempo en las que sean irrelevante.
Trabajo y ganar dinero
Como ya he escrito en el pasado, gano dinero como profesional autónomo de la informática, y con esta habilidad y cierta dosis de suerte me he hecho con unos cuantos buenos clientes, así como con un muy perceptible reconocimiento de sus empresas. En definitiva, he conseguido unos ingresos razonables que se van a mantener en el tiempo con unos mantenimientos que a mí me parecen más que decentes.
Por el momento me cogen tiempo, más del que me gustaría, pero de vez en cuando aportan algún reto interesante, y siempre es algo positivo sentirse valorado, aunque desde luego esos trabajos no son la gran obra de mi vida.
Ollvaror Caves
Creo que debe ser el asunto al que he dedicado más tiempo, y se nota mucho porque el juego tiene cada vez más contenidos, y sobre todo más posibilidades, de manera que los personajes pueden afrontar un reto de forma variadísimas. Es algo que realmente me gusta y que disfruto cuando encuentro en otros juegos.
A continuación una captura de una pantalla con estandartes.
Warhammer 40.000
Volví a jugar a esta afición de mi juventud, y de hecho podría escribir muchísimo sobre los muchos aspectos que implica. Obtener miniaturas baratas, pintado para un manco, el reglamento moderno, los torneos, la afición… la verdad es que podría eternizarme, así que simplemente destacaré que en los momentos más oscuros me ha supuesto una forma muy interesante de relajar la mente. Un meollo interesante, ese de modelar y pintar.
Aquí comparto parte de mi escuadra de marines picudos, que rememoran a aquellos de la caja original con la que jugaba en los tempranos años noventa.
Si alguien quiere que escriba sobre Warhammer 40.000, puedo hacerlo.
fRáGiL
Es el juego al que más he jugado por su carácter episódico, muy adecuado en general para grupos cambiantes. Me resulta más que correcto para hacer partidas en tiendas y jornadas… pero cuando creía que tenía una forma estable, cerraron la tienda en la que jugábamos. Supongo que en absoluto somos los más perjudicados por ello, pero estamos precisamente a la espera de reanudar.
Durante las últimas semanas he escrito un módulo que realmente me satisface. Creo que Pozoamargo es un entorno caótico y desenfrenado que representa bien una generación completamente aleatoria que fue deliberada durante la “beta” del juego, y como tal no estaba del todo de acuerdo en su publicación. Creo que el escenario que cito, “
La ciudad de los custodios”, es mucho más completo. Y también sustancialmente más largo.
A fecha de hoy no está clara su forma de publicación. Estaría encantado de leer algo al respecto en comentarios.
Espada Negra, la parte que compete al juego de rol
En verdad es lo que más disfruto jugando al rol, pero por el momento he estado muy parado a casi todos los niveles. Jugué otra vez “La condena del clan Aleirr”, pero más allá de eso no ha habido éxito en establecer una campaña a largo plazo. Tampoco se puede decir que personalmente haya avanzado en contenidos, si bien hay una cantidad más que interesante en reserva.
En lo que sí se ha avanzado es en el estándar genérico STEN2 (Sistema Táctico Espada Negra) que deberíamos publicar en un futuro, y que creo que toca los aspectos de creación de mundos desde unos puntos de vista bastante interesantes.
Una enfermedad en mi familia
Qué decir… el tiempo de cada uno vuela a su forma, y personalmente las últimas semanas he estado muy atareado porque un familiar cercano tiene cáncer, y estamos intentando que se cure, lo cuál exige esfuerzos de todo tipo. No hablo únicamente del tiempo invertido en acciones concretas, sino también del espacio mental que se va en preocupación y reflexión, habitualmente oscura y taciturna. De hecho, seguramente dentro de poco me veréis rapado al cero en solidaridad con el tratamiento de quimioterapia que haya de recibir.
Al final hay poco que se pueda decir. El tiempo pasa hagamos lo que hagamos, y la muerte está ahí esperándonos a todos, quizá un segundo después de salir del útero, quizá a los ciento y pico años de edad, sin siquiera familiares vivos a los que no reconocer.
Tenía unas cuantas ideas para escribir unos cuántos artículos, y de hecho espero hacerlo a partir de esta semana, pero la verdad es que no tengo ni idea de cuándo dispondré de mi tiempo.
Deporte
Yo no soy un gran deportista, pero aún así invierto más de siete horas semanales en hacer deporte. Este tiempo no he improvisado mucho, sino que más bien he tirado de lo mismo: pesas, correr, bicicleta, patinar... cuando no estoy lesionado -y este invierno lo he estado- me supone una actividad de la hostia de positiva.
¿Esto es todo por ahora?
Quizá muera ahora en un rato cuando salga a hacer deporte bajo el sol, pero espero que no, para seguir sobreviviendo más tiempo que mis enemigos, y mientras tanto intentar proporcionar algo positivo a los que no lo son.
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