Sabrán los estimados lectores que este que escribe se junta con roleros de todas las edades, y si bien mantengo el contacto con viejos veteranos de mi quinta o incluso más viejos, intento mantener un contacto continuado con personas más jóvenes. Estos me ayudan a tener, en cierto sentido, con los pies en la tierra.
Valga decir que esta artículo trata sobre mi experiencia y la de aquellos con los que la he contrastado, y que si bien esta bien sujeta por los pilares de muchas partidas tanto privadas como en jornadas, no representa para nada la inabarcable globalidad de las posibilidades humanas, y simplemente se pierde en los terrenos de las conjeturas para plantear una hipótesis.
Lo primero que tengo que decir es que cierto relevo generacional ocurre, y esto sí que me lo han señalado personas que trabajan en institutos: por una parte están los jóvenes que se acercan al rol por influencias paternas o similares, y por otra los que emergen de forma independiente como todos los que lo hicimos previamente.
Como ya he señalado, yo intento mantenerme cerca de estas personas que tienen una visión bastante diferente no tanto en la forma de jugar en sí (que es básicamente la misma), sino en las construcciones sociales alrededor de esta forma de ocio. Yo creo que es muy importante no aislarnos en nuestro punto de vista a riesgo de quedar osificados, o cuanto menos aislados en islas de juego.
Creo que aprendí esto de los tiempos en los que yo jugaba a los juegos de cartas, concretamente a L5R en un entorno en el que el más veterano era un señor de cincuenta y un años llamado Ernesto, mientras que el más joven de todos los chavales pasaba por poco los trece años. Estos sujetos podían juntarse y jugar una partida sin mayor problema.
Como quiera que de hecho en la actualidad juego con personas bastante jóvenes, he podido observar sus costumbres, que como digo son bien distintas a las de aquellos que cuentan ya con cuarenta años en sus huesos. Esto es muy interesante porque incide en su forma de “consumir”.
Hay una cuestión muy evidente, y es que las personas más jóvenes tiendan más a utilizar el móvil. Sé que esto puede sonar muy estereotípico o trivial, pero estoy convencido de que se da mucho. He observador, por ejemplo, que muchos jugadores jóvenes de Espada Negra tienden a utiliza el sistema de fichas online, mientras que los más vejetes tendemos más a escribirlas en papel. Personalmente he utilizado ambas herramientas, y tiendo a preferir el método clásico, pero como digo, soy un poco hueso.
En Espada Negra hemos publicado mútiples herramientas digitales, como la aplicación para android, que esta sí es amiga de jóvenes y ancianos. A mí en general tiende a no gustarme del todo porque las baterías de los móviles acaban por acabarse, y aunque yo llevo una powerbank de veintemil miliamperios, sigo sin ser su mejor amigo.
Se diría que otra de las herramientas estrella para los jóvenes adeptos a la tecnología son populares PDF, que para mí son de hecho un formato bastante poco conveniente. Por supuesto que cuentan con la ventaja de que son muy universales, y vamos a poder abrirlos tanto en una tablet como un móvil o el dispositivo de otro tipo.
Hay algo que me apena mucho en este avance tecnológico, y es que el formato PDF se haya impuesto al EPUB en el mismo sentido en el que los móviles y tablets se han comido a los lectores de libros electrónicos.
En esto sentido hay un claro desbalance entre las ventajas y las desventajas de unos y otros que voy a listar no solo en sí mismos, sino asociando el formato con el dispositivo en cuestión: EPUB con libros electrónicos y PDF con tablets o móviles.
- Los PDF tienen mejor diseño, mientras que los EPUB son más adaptables al dispositivo con el que se estén utilizando.
- Los PDF tienden a ser en color (y así las tablets) mientras que los libros electrónicos son en blanco y negro.
- Los libros electrónicos no necesitan apenas recargarse, por lo que pueden durar muchísimas partidas.
- Los libros electrónicos no dañan la vista en el sentido que las pantallas con tasa de refresco (como las de las tablets) sí lo hacen.
En este sentido los jóvenes usuarios han tendido a reclamar el formato PDF y han prescindido el libro electrónico, y aunque es lógico que no lo hagan porque los dispositivos de libro electrónico son más caros que una tablet, de alguna forma me parece una pérdida muy importante en salud visual y en adaptabilidad de contenidos.
Por supuesto, en la hermandad creemos no solo en los formatos populares, sino también en los que lógicamente son mejores para nuestros usuarios, así que por ejemplo la web de Espada Negra tiene extractores para EPUB por todas partes, y en fRáGiL recientemente hemos habilitado una descarga de este tipo que tiene la ventaja de realizarse al momento y estar siempre al día con el contenido de la web, de forma automática, lo cual si se piensa también es una ventaja.
Pero como quiera que obviamente yo no voy diciéndole a nadie qué dispositivo tiene que utilizar, lo que más bien señalo es que esa batalla está perdida, y que hay muchas posibilidades de que en el futuro lo que se lleve no sean ni los manuales en físico ni los de libro electrónico. Dicho esto, entonces. ¿qué más podemos pensar del futuro?
Yo no sé si estas personas más acostumbradas a los medios digitales tienden a pagar por sus PDF, o si los obtienen de formas gratuitas, pero dado mis conversaciones con editoriales y mi propia experiencia de formular y observar crowdfundings, tengo la sensación de que más bien el peso económico lo cargan las ediciones físicas.
No tengo tampoco claro si la dinámica de “no pagar” es una tendencia propia de esa generación -en realidad creo que es algo general-, algo propio de la juventud, o simplemente algo que tenemos que entender y aceptar. En cualquier caso diría que es algo interesante para pensar a largo plazo, porque esta forma de entender el mundo podría traer consecuencias a medio y largo plazo que a mí me llaman la atención, quizá como persona curiosa, o quizá como alguien que pueda intentar anticiparse.
En primer lugar está la curiosa posición de las tiendas físicas, que siempre han parecido adaptarse a cada entorno de una forma u otra. Pero en un entorno mucho más digital en el que incluso los objetos físicos se adquieren cada vez de una forma más cómoda y rentable desde el hogar, ¿podrán adaptarse a tiempo? En mi experiencia la mentalidad de muchas tiendas está muy estancada… pero en fin, quizá esté errado en tantas cosas…
Diría que no demasiado lejos queda la posición de las editoriales y distribuidoras, pues su misma función puede quedar en entredicho. Con medios cada vez más asequibles para el común de los mortales, y la presión de una hipotética supremacía de los formatos digitales, se diría que tendrían que buscar algo para adaptarse que desde luego a fecha de hoy no parecen hacer.
En un paradigma de este tipo, los que nos financiamos de forma colectiva (y todos esos meollos) también parecemos igual de vulnerables. En este sentido, ¿qué querrían financiar los jugadores? Quizá los proyectos independientes no tuvieran tanta cabida.
No obstante no soy tan inocente como para pensar que de un escenario de este tipo se derivaría una supremacía del rol libre -ojalá-, sino que más bien los elementos bien posicionados harían un uso acertado de algo que tienen muy bien controlado: los medios de promoción y publicidad.
Sé que puede sonar un poco bruto por mi parte, pero a fecha de hoy, después de cinco años dando el pesado por las redes y jornadas, seguimos encontrando una buena proporción de personas para los que somos desconocidos sin ninguna trascendencia. A veces me sorprende incluso ciertos medios de internet en los que se habla de un juego de la editorial de moda salido hace semanas como si hubiese estado siempre ahí, mientras que a nadie le interesan una mierda no este proyecto independiente, sino prácticamente ninguno.
No traigo esta reflexión como una queja -hoy no- sino como un argumento que busca señalar que el futuro puede ser muy incierto. No en vano hoy en día una de las empresas más tecnológicas del mundo -google- obtiene gran parte de sus ingresos como una empresa de publicidad. Esto es algo que para mí es muy chocante y de hecho muy pernicioso.
Pero de alguna forma es una situación similar. Google ofrece una serie de servicios muy imponentes, pero ante la imposibilidad de cobrarlos a sus usuarios -que huirían a la competencia- lo que hacen es recaudar información de los mismos para cobrar a otras empresas por publicidad.
¿Acaso viviremos un modelo similar en el mundo del rol? Desde esta perspectiva los locales físicos serían más prestadores de servicios que vendedores, -ya hay algo de esto en algunos casos-, mientras que las editoriales vivirían también de otros sectores que yo no pretendo anticipar.
No es una situación que sea del todo ajena al mundo en el que ya vivimos. De hecho muchos videojuegos con presupuestos muy superiores a los que tienen los juegos de rol viven de la explotación de la publicidad y de las microtransacciones que proveen de una ventaja estética o de juego al jugador que accede a ellas.
Quizá he dibujado un mundo oscuro que no tenga ninguna relación con lo que de hecho ocurra porque mi información no es correcta, o porque siendo correcta mi visión del futuro no sea en absoluto certera. De hecho este artículo es simplemente seguir una hipótesis, pero en cualquier caso su cumplimiento o no, difícilmente dependerá de nosotros.
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