Vi "El club de la lucha" en 1999, cuando se estrenó en el cine. Recuerdo que por aquel entonces había unas salas de cine en Alcobendas, y si bien en mi grupo de amigos no solíamos ir mucho (cosas de dinero), alguno de nosotros tenía un sustrato luchador, así que sin saber mucho de qué iba el tema, nos personamos en el cine. Recuerdo perfectamente el viaje en la destartalada furgoneta del hermano Sigeiror, y que estaba algún que otro jugador habitual de nuestras partidas cuyo camino lo ha separado de nosotros.
Quiero señalar que aporto este artículo en relación a un comentario de Marlock, un acostumbrado tertuliano de Google plus y otras redes sociales, que en este caso manifestó lo siguiente:
Me encantan tus reflexiones, lo cierto es q de algún modo ésta reflexión me recuerda al club de la lucha... ? Igual se me va la pinza. De cualquier forma, lo dicho, deseando leer la siguiente. |
Desde 1999 debo haber visto la citada película tantas veces como… no sé, Apocalypse now. La habré visto solo todos los años, y más veces acompañado por cuantas personas han querido verla y debatir posteriormente conmigo.
Pero volvamos a 1999 y entremos firmemente en el terreno del spoiler. Regresemos a aquella noche en la que unos cuantos amiguetes salimos alucinando de aquella película. Recuerdo que un par estaban deseando ponerse los guantes y pelearse, mientras que otros estaban más meditabundos por el asunto de las afecciones mentales. Yo también pensaba en estos asuntos, pero la verdad es que pensaba, sobre todo, en la revolución de Tyler Durden.
Partamos de un hecho. No soy una persona particularmente influenciable -por lo menos no en este sentido-, sino que más bien el mensaje encajaba con lo que yo ya era: una persona muy frustrada con la mierda de sociedad en la que me había tocado vivir. En este sentido lo que me señaló “El club de la lucha” fue una perspectiva que en muchos sentidos era muy tentadora, muy agradable. En muchos sentidos tenía que ser relajante sentir ese tipo de libertad.
A fecha de hoy me siento mucho más contrariado con todo esto. No es que sea una obra o un mensaje que haya dejado de gustarme, sino que más bien entiendo que en muchos sentidos se invalida a sí mismo, por ejemplo en el mismo momento en el que la imagen que Jack tiene de Tyler es el más comercial ídolo social.
Pero en verdad incluso eso sería superficial comparado con el hecho de que la película es una entidad comercial con un claro objetivo de lucro. Cabe preguntarse entonces, ¿es el mensaje revolucionario un mensaje escondido que publicitar con la imagen de Brad Pitt, o acaso es al contrario una parte de lo que se quiere vender?
La respuesta para mí es compleja. Por una parte la estructura social nos ha enseñado que el mensaje revolucionario no es más que otro nicho de mercado, y que el sistema permite una cierta cantidad de obras, artículos que luchen y se pronuncien de forma significativa contra el sistema con tal de que luego puedan vender muñecos, tazas y posters de ellos.
En este sentido recomiendo un capítulo de la serie “Black Mirror” titulado “Quince millones de méritos”, en el que, con sus errores, se le da una vuelta de tuerca que me pareció certera.
Si seguimos esta tónica, incluso en los más firmes seguidores del sistema habría un rebelde que, como en todas las personas, nunca llega a luchar completamente contra el sistema porque no se atreve, porque siente que no tiene medios, o por que se dice a sí mismo que sería peor hacerlo.
Creo que en dirección contraria podemos mirar la trayectoria del director. A mí me resulta especialmente llamativa “Se7en”, en la que el Somerset tiene un continuado debate interno (y en ocasiones no tan interno) en el que intenta establecer si el mundo es o no una basura, con la conclusión por todos conocida.
Quizá haya que sopesar incluso que “El club de la lucha” no es la historia sobre una revolución, sino sobre la mayoría de edad de unas personas que estamos domeñadas por un sistema. En este sentido el “tocar fondo” torna un significado principal, y la revolución en sí no es tanto un objetivo como un medio necesario para alcanzar la mayoría de edad. En este caso la revolución sería una metáfora que cada individuo tendría que ejecutar de una forma completamente diferente.
Desde luego en 1999 no le di tantas vueltas a esta posibilidad, y me quedé con mi interpretación del mensaje, que supongo que es tan buena como la que cualquiera se de a sí mismo. A fin de cuentas, ¿qué más daba la intención con la que el mensaje fuera proyectado inicialmente? Yo vi unos puntos que confirmaban mi forma de pensar, y que de alguna forma sirven de ejemplo de cosas que incluso he hecho después.
La aceptación de la violencia
Por lo general muchas personas rechazan la violencia, o solamente la aceptan si la tienen abstraída en lugares lejanos. En “El club de la lucha” la revolución de Tyler Durden acepta completamente utilizar medios violentos activos y evidentes.
Yo creo que la sociedad mantiene su actual tendencia mediante métodos que se publicitan como pacíficos, pero en mi opinión exigen una sumisión mediante la violencia pasiva y muy silenciosa que en realidad se cobra una gran cantidad de vidas que son aceptadas por las personas no como una necesidad explícita, sino más bien esquivando pensar en ella, o tachándolas de una casualidad de esta época.
Yo creo que la aceptación de la violencia sería necesaria e incluso deseable porque no creo que la sociedad vaya a superar según qué baches simplemente por influencias positivas.
No me voy a extender mucho más en esto. El que quiera saber más… creo que sabe dónde buscar.
La aceptación del dolor
Tyler Durden induce una quemadura química en la mano de Jack, y en realidad en tantos otros, y ante esta perspectiva Jack utiliza metodologías de meditación para intentar abstraerse del dolor y convertirlo en algo lejano. Tyler no le deja, y lo incita a aceptar la experiencia.
El dolor no es algo que se esconda en “El club de la lucha”, sino que se trata profundamente en multitud de ocasiones. Estamos acostumbrados a tratar con obras pulp en las que la violencia y el dolor prácticamente están idealizados, y el protagonista es un tipo supermagnífico que no tiene que enfrentarse a su conciencia por causar dolor o desgracia a personas ajenas.
La aceptación del dolor, por lo tanto, no solo es una fuga de la ficción habitual, sino incluso un método que nos puede preparar para situaciones desagradables futuras, y aún más, para la comprensión de lo que significa cada situación desagradable de la vida habitual.
La aceptación de la decadencia personal
Jack tiene consecuencias de sus peleas, y cuando se está lavando los dientes, pierde una muela, ante lo que Tyler le responde, sin más, “Hasta la mona lisa envejece”, frase que personalmente debo haber citado unas cuantas veces desde entonces.
Supongo que esta es una aceptación que tiene dos partes. La primera viene a enfatizar el mensaje general de que para tocar fondo, para luchar por lo que se quiere, hay que estar dispuesto a perder cosas. Por otra parte, también combate el excesivo culto actual por la juventud.
Hay unos cuantos puntos en los que la aceptación de la decadencia personal aparece como un ingrediente directo o indirecto. Esta aparece de forma explícita, no se esconde, pero a la vez se le resta trascendencia. Acéptalo, vas a decaer.
La aceptación del monstruo interior
“Quería destrozar algo hermoso”, explica Jack después de destrozar a puñetazos a un chaval del club de la lucha. “Quería respirar humo”, concluía su monólogo interior previo.
Jack tiene un lado absolutamente monstruoso, agresivo, que está reprimido por las cadenas de la cultura, y en esa pelea, su impulso sale, casi como si hubiese recibido una revelación susurrada a su oído por el mismo Freud.
Y todo el mundo acepta que las cosas son así. Jack tiene eso en su interior, y en su comunidad no lo juzgan ni le imponen pena o multa.
Personalmente tiendo a dirigir este tipo de impulsos contra mis enemigos, pero entiendo que de esa forma no se está expresando para nada el mismo concepto. Esto continúa con las siguientes.
La denegación del culto a la imagen
Este es un tema que tiene un trato muy cuestionable. Por una parte Jack visualiza la perfección del rebelde con un aspecto físico que es actualmente aceptado, pero incluso Tyler se lo recrimina en las últimas escenas.
Por otra parte, la destrucción de algo hermoso citado en el anterior apartado me induce a pensar en que esa contradicción no es un tema aislado. Desde este punto de vista ese acto no es casual, sino que tiene otra motivación, que es la reflexión sobre la privación de la belleza.
En este sentido el punto de vista más imponente es el del sujeto, que sobrevive desfigurado pero no abandona el proyecto. En este sentido el acto de su desfiguración no es para nada un castigo, sino una liberación de algo con lo que la sociedad lo tenía reprimido. También sería una demostración del paradigma de la aceptación del dolor.
La lealtad
La mayoría de personas huirían de Tyler Durden o Jack, pero los miembros del proyecto Mayhem no dudan en ponerse en el camino del dolor, la privación, y todo esto que ya he citado.
La reflexión que yo entendí en “El club de la lucha” es que las personas sometidas a la sociedad estamos privadas de muchas de nuestras necesidades y sumidos en un estado de depresión calmada y autosometida. En este sentido el proyecto les induce a una gran lealtad porque en ningún caso están dispuestos a regresar a su estado anterior.
Bueno, en mi experiencia la mente humana no funciona así, pero en cualquier caso me pareció una reflexión interesante, que creo que en este caso entra más en el concepto de la mayoría de edad.
Los sacrificios humanos
Creo que todos recordarán la escena en la que Tyler saca a un dependiente nocturno a punta de pistola y le hace reflexionar de esta forma en el rumbo de su vida. “Mañana su desayuno le sabrá mejor que cualquier cosa que tú y yo hayamos comido en la vida”. Existe un detalle adicional en el que se ve que tras una puerta Tyler cuelga sus documentos de identidad tras una puerta y los acumula como “sacrificios humanos”, así que se entiende que es algo que les parece funcional.
Dentro de la perspectiva del pensamiento revolucionario implicado en la película, esto tiene sentido puesto que nos habla de un despertar necesario inducido por un golpe de realidad. No obstante yo no creo en este concepto, pues tengo la sensación de que los golpes de realidad en general no tienen un impacto persistente en las personas sometidas a continuos destellos de información, tal y como mencionaba en el artículo anterior a este, “Terrorismo y diabetes”.
Yo creo que una persona sometida a este tipo de impacto no duraría demasiado en su nueva actitud, sino que con tiempo (no mucho) volvería a la anterior. A lo mejor Tyler opina igual y simplemente tienen esperanza en que uno o dos cambien de actitud, qué sé yo.
La aceptación de la muerte y el rechazo a la identidad
Cuando un miembro del proyecto mayhem muere… se llama Robert Polson. En fin, hay poco que pueda decir de este asunto que no sea evidente por sí mismo: en general nadie tiene nombre, ni demasiada dignidad, ni en general su muerte da demasiada pena. El propio Jack, venerado por los miembros de la organización demuestra ser prescindible cuando estos se preparan para arrancarle… bueno, ya se sabe.
Tyler le pregunta a Jack si está dispuesto a comprometerse, a tocar fondo. Los pasajeros que van en el vehículo saben decir perfectamente qué es lo que querrían hacer antes de morir, y han preparado completamente su conciencia para partir. Han aceptado la muerte.
El antimaterialismo
Jack había sucumbido ante sus posesiones, reconocía tener una adicción al Ikea. En general durante todo el film se trata el tema de una forma muy explícita, y se expresa que el hombre es mantenido en una minoría de edad mental mediante el consumo de propiedades que no necesita.
Pero incluso se llega más profundamente, pues viven en una casa miserable, y en general renuncian a una gran cantidad de posesiones. La pregunta entonces es, ¿qué necesita una persona realmente para vivir? ¿Y para realizarse? La aceptación de toda esa suciedad, esa mugre, esas carencias, despierta también cuestiones sobre el significado de la dignidad humana.
Hermandad
A fin de cuentas el club de la lucha es una unión de personas que tienen unos principios y objetivos comunes, y tal y como yo lo entiendo esto es una hermandad. Quizá no sería exactamente el modelo de hermandad en la que yo quisiera participar inicialmente, pero supongo que más o menos ha quedado claro lo que he querido decir. Y con esto cierro, pero solo por ahora. Hay mucho más que decir en este sentido, y lo haré.
Entradas similares: