Hermanos Juramentados de la Espada Negra
La puta falta de libertad en el rol
8-2-2017 11:01
Por Verion
Hoy traigo un artículo de respuesta provocado directamente por otro del señor Funs Athal -La libertad de los personajes-, que es asiduo bloguero que comparte sus reflexiones en los ámbitos que considera necesarios. En este caso trata la cuestión de la libertad de los personajes, y lo hace, desde mi punto de vista, de una forma totalmente desacertada.

En este caso tengo que empezar por el final y señalar con mesurada indignación la autoritaria conclusión que Funs nos trae, en este caso como una verdad adquirida por la sabiduría del redactar.

Quote:
La libertad de los personajes, como en la vida real, es una ilusión. Podemos creer que tenemos cierto poder de decisión en nuestras vidas o en nuestros personajes, pero toda la capacidad de decisión y acción que tenemos se ve limitada por el contexto de una historia, un lugar, el riesgo y consecuencias de nuestras decisiones, el contrato social acordado y las metas que nos marquemos. Conociendo esto es posible que seamos más felices y seamos capaces de hacer mejores cosas.


No sé si es que yo no he adquirido la sabiduría de este reputado bloguero, pero sin duda tengo la sensación de contar con cierta libertad. Bueno, creo que la tengo limitada, pero sobre todo por los gobiernos de las naciones, e incluso en estos casos me queda la libertad de rebelarme, cosa que hago de forma pasiva y activa en todas las ocasiones que considero adecuada.

A mí me impresiona tanto esta conclusión, manifestada no como una opinión sino como una certeza, como los pasos previos que en teoría han llegado a su presentación, y que en mi opinión no incluyen ni de lejos una certeza bien establecida.

No voy a profundizar más que en un argumento. Paso de puntillas por lo tanto por la, en mi opinión, muy tendenciosa separación entre “sandbox” y “railroad” (mediante la identificación de supuesta “libertad” con el primero y de “falta” con el segundo Funs llega hábilmente a su conclusión deseada) o por el, también en mi opinión, torticero uso del diccionario de la RAE en una de sus acepciones, recurso que debería tener su propia variante de la ley “Goldwin”, y sin duda por las reflexiones laterales sobre los jugadores con poca o excesitva iniciativa que desde mi punto de vista son totalmente circunstanciales y no aportan nada al tema en curso.

Por lo tanto, voy a la que más daño me ha hecho. El pensamiento que quiero desmontar, de verdad, como sea.

Quote:
Por supuesto, además del blanco y el negro existe el gris, y se puede jugar mezclando ambas formas de juego. Y no solo de una, sino de múltiples formas y maneras.


Esta forma de pensamiento que nos planta la vida como un crisol de color está muy de moda, y parece que puede aplicarse a todo para evitar la aparición de incómodos radicales que dicen cómo tienen que ser las cosas. Pero aquí está la trampa más brutal que como digo, quiero desmontar. Atentos al truco, primero se identifica libertad con “sandbox”, y falta de la misma con “railroad”, después se habla de que las cosas no son blancas o negras, y finalmente se concluye que “La libertad de los personajes, como en la vida real, es una ilusión”.

El concepto de libertad no es algo que establezca una acepción establecida por la RAE, y desde luego no es el “sandbox”. La libertad consiste en hacer lo que a uno le de la gana, y mientras uno pueda obrar así (ojo, luego puede tener que pagar consecuencias, es lo que se llama responsabilidad) será libre, y en el momento en el que no pueda, no será libre.

Hablar de grises al tratar cuestiones relativas a la libertad me parece absurdo. Tan absurdo como lo siguiente:

Este gobierno es muy respetuoso con las libertades de sus ciudadanos. Claro que es imposible ser garante de todas las libertades, porque las cosas no son blancas o negras, y en este país no se puede ser homosexual, ni jugar al rol, ni profesar otra fe que no sea la oficial del estado. Pero en realidad somos uno de los estados más respetuosos con las libertades de sus ciudadanos”.

Está claro que si somos heterosexuales, no jugamos al rol, y profesamos la fe oficial del estado, gozaremos de absoluta libertad, sí… pero resulta que esas libertades son esenciales, ¿no?

En esto de jugar al rol pasa algo parecido, desde mi punto de vista: si resulta que el máster tiene la potestad para saltarse la libertad de los personajes, entonces estos no tienen ninguna libertad, porque la libertad es blanca o es negra. Además, está claro que cuando el máster se lo salte será para dirigirlos rápidamente al redil -a ver si pensabais que iba a ser para decidir el menú de esa noche-, y estaremos hablando de un railroad como una casa. Incluso en medio de un sandbox de esos.

No sé quién me dijo que los buenos mentirosos no eran los que estaban mintiendo todo el rato, sino los que mienten muy pocas veces, en los momentos más adecuados. Claro, esto es natural, porque si mientes mucho te pillarán mucho, y si acostumbras a decir la verdad confiarán mucho más en ti, y podrás colar la mentira cuando quieres.

Con los dictadores ocurre lo mismo. Si están todo el día restringiendo libertades de todo el mundo estarán pronto colgados en la plaza popular, pero si fingen respetar las libertades mientras restringen algunas fundamentales, consiguen un objetivo muy parecido y tienen lo suficientemente dividido.

Y con los máster, en mi opinión, también. Un máster dirigista no está todo el rato metiendo a los jugadores en el raíl, y quizá no tenga que hacerlo si estos van todo el rato a su favor. No, un máster dirigista solo tiene que saltarse la libertad unas pocas veces, concretamente cuando se salen del raíl.

Estimado Funs Athal, yo creo que la libertad existe. Creo que tuviste la libertad de escribir ese artículo tan sentencioso, y yo tengo la libertad de opinar que me parece el peor que haya escrito en mucho tiempo. La misma que tengo para inhabilitar la posibilidad de comentar en mi hilo del G+, porque no me apetece para nada tener un debate sobre si existe o no la libertad o no.

Solo he querido manifestar mi humilde opinión. No por convencer a nadie, que no creo que lo haga, sino por que los que piensen como yo no se sientan tan solos como yo haya podido sentirme.



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