No creo en los años. Es decir, sé que son periodos de tiempo en los que la tierra da una vuelta completa al sol a falta de pequeños ajustes, como este año en el que se añade un segundo gamberro. Pero creo que como forma de evaluar cosas son tan arbitrarios como cualquier otro. Este es uno de los motivos por los que no voy a cumpleaños (ni míos ni de los demás), ni celebro la navidad ni la nochevieja más allá de implicarme en toda la soledad que puedo.
Si tuviera que hacer un balance como hacen muchos otros, tendría que enfrentarme a que seguramente haya sido el peor periodo de 366 días y 1 segundo de mi vida adulta. Me refiero sobre todo a la cuestión personal y también creativa en la que los ecos de lo primero han manchado a lo segundo con un espectro heterogéneo que recorre los espacios en blanco provocados por las interminables mañanas en las que solo pensaba en acabar con mi vida, y las frenéticas páginas llenas de borrones irregulares pero inspirados, tan llenos de oscuridad.
No he podido escribir una novela. Es el primer periodo de 366 días y 1 segundo desde hace 10 años en el que no escribo una novela, lo cual es en sí raro, pero claro, no tenía la estabilidad mental suficiente para hacerlo. En su lugar he dado lugar a otras obras y trabajos cuya unión también es voluminosa, pero que como digo, es mucho más inestable. Particularmente contento me siento con lo trabajado en estas últimas semanas, un proyecto secreto solamente en manos de la hermandad.
Tampoco he jugado demasiado al rol. Bueno, he jugado, pero no tanto como otros periodos similares. Finalmente en diciembre encontramos la fórmula para seguir haciéndolo, así que por ahí siento algo mucho más interesante y divertido que espero que aporte a jugadores tanto como a mí.
Tampoco es que todo haya sido oscuridad y ganas de acabar con mi vida (¡ahora sé hacer powerslide!), pero la verdad es que de eso ha habido un rato, y como está todo el mundo compartiendo todo lo “guay” que ha sido su año y las maravillas que han hecho, pues he sentido ganas de compartir que con sus altos y sus bajos para mí ha sido un periodo más bien malo. Lo que se suele llamar
un año de mierda. Para que si hay alguien ahí leyendo que sienta que comparativamente es menos que todos esos tipos tan fantásticos que no paran de decir todo lo bien que les va…
He querido señalar que ha sido un mal año en lo personal… pero tampoco tengo la sensación de que haya sido un periodo muy bueno en general en eventos globales, y quizá eso afecte a mis ganas de seguir viviendo, qué se yo.
En cualquier caso este año se acaba, y yo no creo que en sí hacer balance sirva de demasiado. No necesito justificarme. Y puesto a decir gilipolleces arbitrarias, el año que viene es primo, y habrá que esperar otros diez para que vuelva a serlo. Así a aplicarse el cuento y trabajar mucho.
PD: En realidad no tengo ningún optimismo con respecto al año que viene. Pero desde luego, cuando el tiempo venga con sus avatares (la muerte de otros o la mía, la enfermedad, el fin del mundo y demás) me pillará haciendo lo que quiero, y siempre bajo los mismos principios éticos.
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