Espada Negra: juego de rol
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Aventura de recuperación de una caravana de equipamiento militar con destino en Avanil
7-4-2013 23:55
Atención: este tema puede contener spoilers sobre posibles aventuras de próxima publicación de Espada Negra.

A continuación relato los sucesos acontecidos tras La Extinción de Nerdua en la campaña de Espada Negra que se está jugando en Zaragoza.

El grupo de hombres de armas de Armind Aglazor enviado desde la ciudad de Avanil a descubrir y recuperar las tres carretas de cargamento militar desaparecidas estaba formado por Farion (veterano de la legión del sur y líder de esta operación, metódico y ortodoxo en sus formas así como blandiendo su espada larga y escudo redondo), Mindunder (ex-oficial de la legión del sur, brusco y ágil, portando lanza y escudo grande), Gubnar (guerrero gunear del clan del oso, imponente con su mandoble y escudo redondo así como por la cantidad de alcohol que suele ingerir), Tanek (ex-campesino y guerrero gunear del clan del lobo, amigo e intérprete de Gubnar, despreocupado y armado con un mandoble) y Zugart (militar dormenio del ejército regular, colaborador de Farion y armado con lanza y escudo grande). Disponían de cinco días según las órdenes, quizás porque estaba previsto hacer un traslado al frente el sexto día, pensaban algunos hombres.

Los otros dos participantes en la anterior aventura, La Extinción de Nerdua, no participaron en ésta por distintos motivos. Daray (espía harrassiano cuyas órdenes actuales a largo plazo son formar parte de los hombres de armas de Armind Aglazor, con objetivo final desconocido) hubo de atender órdenes urgentes recibidas en un mensaje cifrado, y con ello desatender el requerimiento del sargento que seleccionó a los hombres de Aglazor que deberían participar en esta misión, lo que le puede acarrear problemas. El mercenario y ex-gladiador harrassiano está actualmente en paradero desconocido.

Previamente, los protagonistas habían encontrado la pista de la caravana asaltada tras dos tediosos días de viaje e interrogatorios a los aldeanos del trayecto que las tres carretas militares debían haber realizado. Ésta les llevó a Dirna, una aldea de entre veinte y treinta casas a dos horas de distancia del camino principal. Allí, tras hablar con algunos lugareños, percibir que había demasiados hombres para el nivel de reclutamiento actual, y sospechar del herrero y el carpintero, fueron rápidos en dirigirse directamente al caserío del líder local, llamado Torre Fanoc, que curiosamente no se encontraba en la propia aldea, si no a una hora de camino, en lo alto de un pueyo. Allí hubo una tensa conversación que Farion supo llevar bien, finalmente Fanoc les permitió inspeccionar la casa, donde no encontraron nada que le incriminara. Sin embargo cuando salieron supieron dar en el clavo, rastrear los alrededores, y encontrar la cueva donde guardaban la mejor parte del material. Allí, el líder bandido y sus guardias les atacaron, pues vieron que al salir de la casa y seguir el rastro les habían descubierto...

Se produjo una agotadora refriega en el bosque de pinos en los aledaños de la cueva, en la que se puso de manifiesto que los guardias de Fanoc no estaban nada mal entrenados. Los números y las fuerzas estaban igualados, con cinco contendientes en cada bando. De un lado Farion y sus hombres. Del lado de los bandidos estaban el propio Fanoc (corrupto líder local hecho a sí mismo, manejando una espada Taunori robada y una rodela), y sus guardias, excelentes combatientes bien pagados y equipados con material robado en el reciente asalto al cargamento militar: un brutal fortachón con un largo historial delictivo asiendo una maza pesada y un escudo redondo, un experimentado y despiadado ex-militar dormenio con espada corta y escudo grande que no paraba de dar órdenes a sus compañeros, y dos bandidos armados con lanza y escudo grande que a todas luces también habían tenido entrenamiento y experiencia militar antes de caer en el asesinato y el pillaje. La táctica de equipo, la buena coordinación y la dosificación de las fuerzas de la que hicieron gala los hombres de Armind Aglazor al comprender que el combate no iba a resolverse de forma rápida, por la protección que las armaduras y escudos proporcionaban a los bandidos, fue importante para que finalmente la sangre de Fanoc y su guardia tiñera de rojo el húmedo y embarrado suelo del pinar, mezclándose con la nieve derritiéndose de las últimas nevadas del invierno. En la cueva, no obstante, no había material ni como para llenar una carreta, así que el resto debía estar escondido en otra parte...

Ya cayendo la noche, Farion y sus hombres volvieron al caserío, donde interrogaron a la mujer, hija y sirvientes de Fanoc, sin obtener mucha más información de la que ya tenían, debido quizás a que no se mostraron demasiado brutales y no practicaron la tortura, o a que aquella gente no conocía realmente los detalles de lo que Fanoc había organizado. El momento más desagradable de esa noche se produjo cuando le mostraron a la mujer el cadáver de Fanoc, que habían traído con la intención de llevarlo finalmente a Avanil como prueba ante Armind Aglazor. Decidieron hacer noche en el caserío. Harían prisionera a la mujer y al mayordomo y los entregarían en Avanil para que fueran juzgados o lo que ordenara Armind.

Al punto de la mañana siguiente bajaron a Dirna, con la idea de, sin preámbulos, entrar al asalto en casa del herrero, interrogarle y registrar su casa. Tanek y Zugart, que además estaban heridos del día anterior, aguardarían en el pinar lindante a Dirna con los prisioneros. Encontraron al herrero en la parte trasera de la herrería, donde preparaba la leña que iba a necesitar para el trabajo del día. El hosco lugareño se mostró muy preocupado cuando Farion le ordenó que les llevara a su casa para efectuar un registro. Rodeado por Farion, Mindunder, y Gubnar a lomos de su caballo, todos protegidos con armaduras de mallas, no le quedaba más alternativa que obedecer. Miró el hacha de mano que estaba a su lado clavada en un tronco, pensando si no debería cogerla e intentarlo. Pero no la cogió. Quizá eso lo mortificaría más tarde.

Llegaban a casa del herrero, y éste gritó -¡Yina, Vera, corred, marchaos, corred!- mientras intentaba zafarse de Mindunder, a la vez que Gubnar rodeaba la casa con su caballo y Farion se disponía a tirar la puerta abajo. Fue inútil, Mindunder lo zancadilleó con la lanza y amenazó con matarlo si se movía. Sus hijas no pudieron escapar de la casa. Los militares entraron, revolvieron toda la casa, les preguntaron una y otra vez por el material robado... pero no tocaron a sus hijas. Él no sabía nada, ni tenía nada que ver con eso. Yina al parecer sí, pues les dijo que vio hace días al carpintero y otros hombres cargando cosas en burros y llevándolas hacia el Noroeste y el Noreste.

Inmediatamente, Farion, Mindunder y Gubnar se dirigieron a casa del carpintero, que estaba cerrada y nadie contestaba. Gubnar vio a un niño correr saliendo de la aldea y adentrándose en el pinar, pero no le dio importancia. Tiraron la puerta abajo, y allí estaba el carpintero armado con una espada, y dos hombres y una mujer armados con mazas, todas claramente provinientes del ejército dormenio. Tras unos minutos, Farion y sus compañeros salían de la casa, sudados y magullados pero sin haber recibido heridas, y comentando que los que habían muerto ahí dentro debían tener un largo historial criminal, desde luego no era la primera vez que empuñaban un arma.

Continuará...

La parte del herrero quedó muy emotiva, el tío realmente pensaba que esos mercenarios iban a violar y quizá matar a sus hijas, y eran totalmente inocentes...
Re: Aventura de recuperación de una caravana de equipamiento militar con destino en Avanil
8-4-2013 00:14
Corrección: Gubnar es del clan del carnero, no del oso.
Re: Aventura de recuperación de una caravana de equipamiento militar con destino en Avanil
8-4-2013 12:23
Por Verion
El jugar al rol debe tener momentos como esos, creados por los jugadores, propiciados por el ambiente y permitidos por el reglamento.


Interesante sesión. ¿Cuantos puntos de motivación otorgó a los personajes?
Re: Aventura de recuperación de una caravana de equipamiento militar con destino en Avanil
9-4-2013 23:11
Acabo de calcularlo:
- Fanoc, líder criminal: niv 4.
- Experimentado y despiadado ex-militar dormenio con espada corta y escudo grande: niv 5.
- Dos bandidos armados con lanza y escudo grande: niv 2.
- Brutal fortachón con un largo historial delictivo asiendo una maza pesada y un escudo redondo: niv 4.
- Carpintero (campesino y bandido) armado con una espada: niv 2.
- Dos hombres y una mujer (campesinos y bandidos) armados con mazas: niv 1.

Total de motivación por combate: 22 a repartir entre 3 protagonistas.

También se repartió una cantidad significativa de experiencia por uso de habilidades fuera de combate.

Falta otrogar puntos de motivación por anhelos y motivación cuando termine la aventura.
Re: Aventura de recuperación de una caravana de equipamiento militar con destino en Avanil
9-4-2013 23:21
Por Verion
Parece una cantidad suficiente de experiencia que producirá una mejora en los personajes.
Re: Aventura de recuperación de una caravana de equipamiento militar con destino en Avanil
8-5-2013 00:05
El cielo encapotado comenzó a descargar abundantemente. Si antes había alguna posibilidad de seguir rastros de hacía unos días, la fuerte lluvia lo descartaba rotundamente.

Farion decidió que seguirían la pista que habían obtenido antes y que apuntaba hacia el Noreste. Tras informarse de que en esa dirección se encontraba una ermita a una hora de camino, emprendieron camino el propio Farion, Gubnar y Mindunder. Zugart y Tanek, todavía convalecientes de sus heridas del día anterior, aguardarían su regreso apostados en Dirna, vigilando a los prisioneros y el cargamento recuperado, y esperando que no vinieran bandidos a atacarles. Al menos Tanek tenía su caballo, lo que les permitiría una huida si la cosa se pusiera fea.

En la ermita encontraron al cura de la zona, un gordinflón hospitalario pero crecientemente nervioso ante el relato sobre los muertos en Dirna y Torre Fanoc, las preguntas y algunas amenazas poco veladas de los militares. No obstante, el registro de la ermita no arrojó ningún resultado. Eso, y que finalmente Farion decidiera dejarle bajar a Dirna para oficiar los rituales de sepultura a los caídos, lo tranquilizó bastante. Se arrebujó en su capa para la lluvia, cogió su burro y emprendió camino apresuradamente, mientras Gubnar y Mindunder comenzaban a rastrear los alrededores en busca de alguna cueva o escondite.

Farion no dejó marchar al cura sin motivo. Le siguió de lejos en la tormenta. Observó que al llegar a Dirna, el cura llamaba a la puerta de una casa y conversaba con sus ocupantes. Y tras unos minutos, emprendía camino de nuevo... hacia el sur, dejando Dirna atrás. Farion pidió a Gubnar que le acompañara con su caballo, y asaltó al cura en el pinar. Lo derribó del asno, cayó en la cuneta embarrada. A base de amenazas y patadas trató de arrancarle una confesión, pero el cura no estaba dispuesto a eso. Temblaba desde el suelo e insistía en su inocencia... hasta que Farion le asestó un seco golpe de espada que le cortó el brazo con el que trataba de protegerse y la hoja se hundió en su cuerpo. Farion había decidido que el tiempo de las buenas maneras había terminado. A Tanek no le pareció nada lógico tener que esforzarse hasta casi la extenuación entre ambos para subir al muerto al caballo y retornarlo a Dirna, cuando un momento antes podía andar... la lógica de estos dormenios le seguía pareciendo muy extraña, en este y otros aspectos.

Mientras, Gubnar y Mindunder habían encontrado un silo en los alrededores de la ermita, que contenía otra parte del cargamento robado. Ya habían recuperado tres cuartas partes del total, por tanto.

Se reunieron todos en Dirna de nuevo. La última pista apuntaba al sur. A Arjad según pudieron saber, otra aldea, a un día de camino. El tiempo apremiaba, los cinco días para retornar estaban llegando a su fin. Farion no perdió ocasión de entrar en la casa del campesino con el que había hablado antes el cura, e interrogarlo. Quizá el temblor con el que éste sujetaba la horca con la que pretendía defender a su familia mientras suplicaba y aseguraba no tener nada que ver con los bandidos le salvó la vida.

Tras obtener información de que era posible ir desde Arjad hacia Avanil sin tener que desandar camino de la única persona en Dirna que a la vez lo sabía y tenía una ligera impresión positiva de ellos, una mujer a la que a su llegada habían ayudado a sacar su carro del barro, se apresuraron a forzar la marcha hacia allí.

Ya entrada la noche llegaron a Arjad, una aldea más pequeña y dispersa que Dirna, y con una orografía más complicada. Entraron en la primera casa que vieron lo bastante grande para albergarlos a todos, hicieron uso de la forzada hospitalidad de la mujer y la niña que allí vivían, y pasaron lo que quedaba de noche haciendo guardias. Con la primera claridad antes del amanecer comenzaron a registrar las casas, una por una. Se hizo patente que los bandidos les esperaban, probablemente alertados por aquel niño que había salido corriendo el día anterior, cuando trataron de emboscarles entre una casa y un cobertizo. Pero también que estos simples campesinos habían empuñado mucho más tiempo la azada que las mazas, cuando tres de ellos murieron rápidamente bajo espada y lanza, y otros tres empezaron a huir. Los capturaron, eran un hombre y dos mujeres. A Farion no le tembló la mano al ejecutar sin contemplaciones al hombre. No necesitaba más pruebas ni interrogatorios, el resto del equipamiento robado ya lo habían encontrado en un agujero en el suelo de la casa, cubierto por unas tablas. Farion y Zugart no respetaron a las dos mujeres. Mindunder y Gubnar esperaron fuera de la casa, impasibles. Sólo Tanek, asqueado, miró con desprecio a todos sus compañeros, maldiciendo la lógica de los dormenios.

Volvieron a Avanil a toda prisa, misión cumplida, recibieron toda la recompensa que se les había prometido si traían de vuelta todos los enseres. Dos coronas y 50 escudos, a repartir. El sargento Barren estaba contento de sus hombres. En Dirna, Torre Fanoc y Arjad, algunos nunca olvidarán el paso de aquellos militares.
Re: Aventura de recuperación de una caravana de equipamiento militar con destino en Avanil
8-5-2013 02:31
Por Verion
Podrías contar fuera de personaje que combates y retos se produjeron, quienes participaron, cual fue el resultado y cuanta motivación recibieron.
Re: Aventura de recuperación de una caravana de equipamiento militar con destino en Avanil
12-5-2013 19:59
Antes voy a contar la aventura paralela que vivió Daray (el espía harrassiano) en la ciudad de Avanil.

Hay que saber que antes, hacía semanas, Daray comenzó a sospechar que alguno de sus compañeros de armas entre los hombres de Armind Aglazor le había descubierto, probablemente debido a un fallo suyo. Es decir, parecía que alguien que no debía, y no sabía quién, había descubierto que era un espía. Pero por algún motivo no lo había matado, y tampoco había hecho uso de la información, que él supiera. Sopesó las opciones de abandonar la misión actual, y otras todavía más drásticas, pero decidió seguir con pies de plomo, pero seguir adelante. Desde entonces, Daray estuvo mucho más atento, mucho más alerta.

Llegaron nuevas órdenes en la segura forma habitual: un intermediario desconocido le hacía llegar una notificación si ningún significado especial. Salvo para Daray, que sabía que debía pasar a recoger un mensaje cifrado por un lugar previamente acordado (meses atrás, antes incluso de empezar a servir para Armind Aglazor). Cada nuevo mensaje, en las escasas ocasiones en que llegaban, se encontraba en uno de esos lugares previamente acordados. El mensaje se encontraba donde lo esperaba, en un tenderete normal y corriente de un mercado normal y corriente en Avanil. El texto no le habría dicho nada a cualquier persona que lo hubiera leído, salvo a Daray. Y al mercader, alguien que él no conocía le habría pagado para tener el mensaje hasta que él llegara. Así era siempre, por seguridad Daray no conocía a sus contactos. El método de transmisión era seguro. No había nada que temer.

Las nuevas órdenes eran extrañas: asesinar a un comerciante en Avanil. Debía hacerse pronto, sólo disponía de unos días de tiempo para informarse sobre él, y buscar la mejor manera para mandarlo a criar malvas. Las investigaciones arrojaban datos intrigantes: ¿un comerciante de grano sin demasiada importancia? ¿por qué querría su empleador que lo asesinara?

Repasó una y otra vez los códigos de la carta para buscar posibles errores, algo que delatara que la comunicación había sido intervenida, sin resultado. Nada. Debía por tanto cumplir las órdenes, y metódico, así se dispuso a hacerlo.

Daray solía dormir en las barracas junto a sus compañeros, en un régimen militar, a las órdenes del sargento Barren, como también lo hacían Farion, Zugart y el resto. Pero necesitaba unos días en los que disponer de las 24h, y últimamente las cosas estaban tranquilas. Así que urdió una coartada sobre el tratamiento privado de una herida en un médico de la ciudad, pagó unas monedas a los guardias, y se ausentó de las barracas. Si era requerido, bastaría con que mandaran un mensajero al médico, y él acudiría cada noche o cada dos, esperando que no lo requirieran urgentemente. Durante esos días estudió los movimientos y costumbres del comerciante, las defensas de su domicilio, los hombres que utilizaba para guardar sus espaldas. La conclusión fue que sólo el hijo de unos 16 años del comerciante sería un pequeño impedimento para cumplir su misión, ya que éste no empleaba hombres de armas. No sería difícil, con la información obtenida sería suficiente. Intentaría entrar en la casa por la noche, y si no, a la mañana lo mataría cuando saliera de casa. Era extraño que el comerciante ni siquiera tenía una mala reputación local. Ni mala ni buena, ¿qué sentido tenía matar a este hombre?

Esa noche retornó al médico al que también había pagado para que sostuviera su coartada. Vaya, de hecho lo habían requerido urgentemente en las barracas. Fue deprisa, habló con el sargento Barren, que se mostró enfadado, y le comunicó que había una misión importante para la que hacía falta, y que al punto de la mañana tendrían una conversación. Éste se marchó, y al parecer dio órdenes de que metieran en el calabozo a Daray, puesto que al momento vino un guardia a encerrarlo.

Un soborno y mentiras sobre líos de faldas convencieron al guardia para que lo dejara marchar esa noche, y que al alba volvería. Debía perpetrar el asesinato ya.

Intentó entrar en la decente pero no opulenta casa de piedra del comerciante, pero comprobó con desagrado que pese a que la cerradura de la puerta cedió a sus ganzúas, tanto ésta como las contraventanas estaban cerradas con cerrojos interiores y era imposible entrar. Tuvo que aguardar hasta el alba, cuando sabía que el hijo salía a comprar alguna cosa, después volvía a recoger al padre y ambos se dirígían a su negocio. El chico era fuerte e iba con un bastón, tampoco llevaba apenas nada de valor, así que no necesitaba más protección. Pero un entrenado espía harrassiano, con el rostro cubierto, se acercó silenciosamente a su espalda, lo sujetó, y le puso el filo de la espada corta en el cuello y lo condujo a un callejón aledaño. El joven pensó en revolverse, pero al fin y al cabo parecía que sólo quería su dinero. Daray tuvo que esforzarse en dejar inconsciente al chaval, que realmente era un portento físico. Tuvo que darle varios golpes con el mango de la espada en la cabeza para dejarlo fuera de combate. Lo arrastró y lo ocultó, y esperó a que finalmente el comerciante saliera a ver por qué tardaba tanto el hijo. Así lo hizo, y nuevamente Daray se acercó a su espalda sin ser visto. Esta vez el trabajo era más fácil: poco después de que saliera de casa, asaltarle, taparle la boca, y rápidamente cortarle el cuello. Sucedió limpiamente, sin ruido, sin que en ese momento pasara nadie por la calle... salvo cuando se volvió y vio a otro hijo del comerciante, de unos 8 o 9 años, mirándole paralizado y con ojos desorbitados. Daray pensó que no quería mancharse las manos con sangre tan inocente, así que musitó unas palabras sobre que necesitaba dinero, arrancó la pequeña bolsa del cinto del comerciante muerto, y se marchó.

Se limpió, se deshizo de la bolsita de monedas, se aseguró de que no lo seguían. Se quitó el embozo, y se dirigió hacia las barracas. Algo de sigilo y la colaboración del guardia al que había sobornado le permitieron volver al calabozo.

El sargento Barren, la pasada noche, no le había comunicado que la misión para la que se requería a Daray ya había partido el día anterior en busca de la caravana de suministros militares. En fin, eso no cambiaba mucho las cosas. Había hecho el trabajo, el arresto no duraría mucho, y no iban a castigarlo más por ello. El comerciante de todas maneras, esa mañana o cualquier otra, habría sido víctima de su fría espada.

Alguno de los hijos del comerciante probablemente jamás dejará de buscar al asesino de su padre. ¿Serán suficientes las pistas que tiene para encontrar alguna vez al frío asesino Daray?
Re: Aventura de recuperación de una caravana de equipamiento militar con destino en Avanil
13-5-2013 00:34
Por Verion
Se queda uno con ganas de saber los motivos para matar al comerciante.