Hermanos Juramentados de la Espada Negra
El rostro del valor
29-9-2016 01:16
Buscando entre los abandonados estantes de la biblioteca de la hermandad, he encontrado un escrito de la mano de Ajhkhum Heleus, una de las figuras menos célebres de entre los hermanos. En él relata unos sucesos ocurridos en algún momento de principios del siglo sexto, cuando, según fuentes oficiales, ignoró todo plan anterior pactado por la hermandad y fue en solitario a un lugar referido sólo como la "Torre del Oráculo". Este lugar no aparece en ninguno de los mapas de los que disponemos en la actualidad y lo sucedido allí es un misterio para todos excepto para los que estuvieron. Sin más preámbulos transcribo el texto, aparentemente destinado a justificar sus acciones frente al resto de hermanos:

Escribo esto en algún lugar del territorio Eorleik, en los confines del mundo. He viajado mucho, pero nada te prepara para la visión de las orcas cazando bajo las olas, ni para el esplendor de las estrellas, superior incluso al del cielo harrassiano. Dicen las leyendas que en este lugar se puede encontrar con cierta asiduidad a Babglon, el Dios Dragón. Aprovechando que me encuentro en un lugar aparentemente bendito con la presencia de los dioses, dejaré constancia de la razón de mi marcha.


En mis viajes he visto todo tipo de cosas, conocido a todo tipo de gentes. Apenas hay un lugar del mundo que yo no haya visitado, y la misma Hermandad es un grupo extremamente diverso. Ver toda esta variedad de seres humanos me ha hecho darme cuenta de una cosa: nadie posee la verdad.


Esta revelación, aunque relativamente insignificante, supuso un golpe que casi derrumba todo mi sistema de creencias. Me he criado como un defensor del Orden y sus ideales, he sangrado por la causa, he matado por mis principios. Tal vez en algún momento algo se rompió dentro de mí, incapaz de soportar la hipocresía de matar para proteger la vida.



En esta situación, hice una elección: el orden seguía siendo lo mismo, sólo yo había cambiado, así que mi forma de luchar tendría que cambiar. Desde ese momento ningún sacrificio ha sido demasiado grande, ningún riesgo ha sido inadmisible. La guerra no entiende de remilgos, y yo estoy en guerra contra el Caos.


A diferencia de algunos hermanos, a mí no me preocupa que el mundo sea un erial en tanto que no sucumba ante el caos. Tengo una guerra que ganar, y este conflicto es más grande que el hombre. No voy a discutir este punto, hipotético lector, ni aunque vuelva vivo de este viaje.


Así pues, me encamino solo a ver el Oráculo, pues sólo allí podré conseguir las respuestas que busco. Soy consciente de que mis acciones pueden perjudicar nuestra causa tanto como la de nuestros enemigos, y de que probablemente sea considerado indigno de confianza o un traidor.

Voy ha dejar instrucciones a mis subordinados para que entreguen mis escritos a la Hermandad en caso de que yo no vuelva. Si este mensaje llega alguna vez a ser leído por algún hermano, quiero dejar unas últimas palabras:

Hago lo que hago para ganar esta guerra eterna, para terminar esta batalla que dura desde el inicio de los tiempos, y no pienso tener en cuenta mi seguridad personal o la de nadie, pues todo sacrificio es válido en pos del bien mayor. Luchamos contra el Caos, hermanos, no protegemos al inocente. Custodia aeterna.