Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Rencores del pasado
19-1-2018 14:48
Por Verion
Hace semana y media publiqué un vídeo en youtube en el que compartía algunas reflexiones sobre las enfermedades mentales en relación con la publicación de fRáGiL. En este vídeo hablo un poco de mi depresión y de mis pensamientos suicidas… y muchas de las personas que han visto el vídeo se lo han tomado como un asunto personal.

Evidentemente agradezco los mensajes de ánimo que he visto en las redes sociales, pero el asunto del vídeo no era tanto señalar una condición individual como un mal generalizado en nuestra sociedad, ese padecer anónimo y silencioso que sufren aquellos aquejados de depresión o ansiedad en sus múltiples formas. Esas personas que no son yo, aunque yo pueda ser una de ellas, y que están muy necesitadas de ayuda.

Por desgracia las palabras amables en estas circunstancias no son bastante. Creo que pueden dibujar una sonrisa y hasta dar cierto calor en algunos momentos, pero por desgracia la vida no son solo buenos sentimientos.

Creo, para empezar, que es necesaria cierta proactividad. Una persona que padece estos males no quiere hacer sentir fatal a su contertulio, así que probablemente se sentirá cohibido y tras una breve conversación fingirá estar mejor (quizá hasta lo esté) y con una sonrisa tímida deje pasar el asunto. En este sentido, ayudar a una persona depresiva es parecido a ayudar a una persona con los dedos rotos (que no puede limpiarse el culo): hay que hacer un trabajo continuado en el tiempo, y no va a ser agradable. Por lo tanto, si lo que alguien quiere es ayudar a esa persona, entonces debe tener cierta proactividad en su trato y realizar acciones antes de que se manifieste la necesidad de las mismas.

Por supuesto, entra en el criterio de cada uno hacer algo o no hacerlo. Quizá haya quien esté pensando en estos momentos: “¿Quién eres tú para decirme cómo ayudo a los demás? Lo haré como yo quiera”. No tengo una respuesta para esta pregunta, la verdad, simplemente este es mi artículo y escribo lo que yo quiero.

Siguiendo esta tónica, creo que las palabras por sí mismas por sí mismas pueden estar completamente vacías. Es decir, una pregunta de “qué tal estás”, “para lo que quieras estoy aquí” ó “que sepas que te aprecio mucho” pueden animar un rato, pero normalmente su efecto será muy pasajero porque su presencia es fugaz mientras que los pensamientos dañinos están ahí constantemente.

Dicho de otra forma: ¿quieres ayudar a alguien? Haz algo. Si las palabras no van acompañadas de acciones, entonces corren el riesgo de estar vacías o incluso provocar un efecto negativo.

Y mucho ojo, que entiendo perfectamente que alguien esté muy ocupado con su propia vida y tenga sus propios problemas. Entiendo que cada cual tenga que ayudarse a sí mismo y que no deba esperar que venga un hada a sacarlo de sus problemas. La vida es así.

Por lo tanto, aprovecho la ocasión para señalar a todos los que me mandaron bellos mensajes de ánimo, a que tomen acciones, pero no para ayudarme a mí, sino a otras personas de su entorno. Sin duda las palabras serenas de apoyo les sentarán bien, pero probablemente también otras acciones ayuden mucho más. No es tan complejo hacer que una persona se sienta menos sola, o que el mundo le resulte más amable. Puede que sea laborioso, pero el mecanismo es simple si se entiende bien a la persona. En todo esto las actividades comunitarias tienen algo que decir, y la mayoría de nosotros somos roleros… así que quizá por aquí vaya una pista, pero añado una segunda de gratis: no forcéis al depresivo a ser el máster.

No sé cómo hacer más énfasis en esto. La historia que conté en el vídeo era de mí, pero no pretendía hablar de mí, sino de un principio general que padecen muchas personas. Algunas ponen comentarios, algunas dan al más uno, algunas solo leen, mientras que muchas ni estarán ahí. No trata de mí.

Pero se me ha dado un trato personal con todo esto, así que también quiero responder a algunas palabras que han aparecido. Sirva esto de punto y aparte, porque en este sentido lo que ahora viene es un tema completamente distinto y más personal.

He recibido muchos comentarios públicos de personas con las que tengo un trato poco continuado. En este sentido diría que hay dos tipos de mensajes principales: por una parte los “ten mucho ánimo” (y sus variantes), los “eres un tipo de la hostia” (y sus variantes), y en tercer lugar los “yo también siento eso que dices”, y su variante principal “tengo un pariente/amigo/pareja que lo sufre”.

Evidentemente también he recibido mensajes privados con contenidos normalmente más personales, y lo menciono porque ahí hay una diferencia, que es la manifestación pública de un mensaje. Por ejemplo, alguien que no tiene una forma de comunicarse privadamente conmigo elegirá hacerlo de forma pública, mientras que alguien que quiera mantener la intimidad previamente establecida me escribirá o llamará. Pero, ¿y si se trata de alguien que podría hacerlo por ambos medios? ¿Qué le lleva a hacerlo por uno u otro? La acción pública tiene un significado.

No habría dado tantas vueltas a este asunto de no ser porque Ignacio Sánchez Aranda ha puesto un comentario en mi post de google plus que reproduzco aquí íntegro por cuestiones de hemeroteca:

Quote:

He visto este vídeo casi por casualidad y me ha impactado bastante. Creo que a lo largo de sus once minutos sueltas algunas frases tremendas. Sé que no soy alguien que te caiga precisamente bien, pero si de algo sirven estas líneas, me gustaría que supieses que te considero una persona muy valiosa tanto en general como en lo que respecta a nuestra "comunidad rolera". Creo que aportas cosas que ningún otro aportamos, y ese es un gran valor. Creo que nuestra afición es mejor y más rica contando con gente como tú.

Leo con cierta frecuencia tus artículos en el blog de Espada Negra, tanto los que hablan de rol como los que reflexionan sobre diferentes aspectos sociales, y aunque no siempre estoy de acuerdo contigo, el punto de vista que expresas me resulta original y a menudo inspirador. Eres alguien muy peculiar, pero entiende esto en el buen sentido de la expresión. Me parece que tienes una capacidad de análisis muy aguda y que puedes llevar adelante grandes cargas de trabajo. Hay varias cosas por las que te admiro positivamente; no se me caen los anillos al decirlo. Tampoco te considero lo más mínimo mi enemigo o mi oponente, en absoluto.

No sé... Siento mucho que sufras o hayas sufrido depresión, y además no creo que sin esas depresiones fueses "menos Verion". Al contrario, pienso que serías un Verion más positivo y feliz y no menos original, por lo que te deseo que esos nubarrones nunca vuelvan.

Un saludo, +Hermano olvidado.


Cualquiera que lo lea se sentirá convencido de que este texto está cargado de buenas intenciones y que tiene una actitud extremadamente positiva por parte de Ignacio Sánchez Aranda. Máxime si se tiene en cuenta que yo he tenido palabras bastante hostiles contra él y una de sus creaciones. Se podría decir que está ofreciendo una rama de olivo, enterrando el hacha de guerra. ¿Qué clase de persona sería yo si en estas circunstancias en las que me ofrece su apoyo amablemente le escupiera en su mano? Un miserable, claro.

Pero si su mensaje pretendía transmitirme ánimos, sin duda ha fracasado, porque lo que ha ocurrido entre él y yo ha sido algo grande que parece que solo yo recuerde. Ahora mismo hasta se hacen hasta coñitas en comentarios de youtube y se me intenta tirar de la lengua. Ese evento que ocurrió está pasado, tan pasado que se han borrado todas las referencias en internet (que quizá sea lo que más me duela).

Lo que en su momento hizo Ignacio Sánchez me deprimió. Que luego borrara todas las pruebas e hiciera una operación de lavado de imagen de deprimió más. Es una parte de los manotazos que me llevaron abajo. Ahora mismo lo único que hay en internet son unas palabras amables de él hacia mí, y rencor de mí hacia él. Yo soy el tipo agresivo, el malo, y eso me deprime.

Ahora voy a tomar un momento para explicar un aspecto de cómo veo yo la enemistad. Sé que tengo importantes diferencias con Ignacio Sánchez, pero también sé que tenemos cosas en común. Por ejemplo, somos autores, jugamos al rol, y somos independientes (unos más que otros).

En honor a estas y otras características comunes, nos habremos apoyado en el pasado, ya sea inconscientemente o con acciones concretas, que seguro que las hemos tomado. Si yo fuese por la calle y viera a cuatro tipos a darle de hostias, lo defendería sin dudarlo, y luego preguntaría. Si alguien atacara su publicación por el hecho de ser rol, tomaría aire y lo defendería. Si en unas jornadas lo van a tratar mal y yo lo supiera, se lo diría.

Pero eso no nos convierte en aliados, ni mucho menos en amigos. Me encantaría subir a un ring y, previa conformidad mutua, sacudirnos bien los rencores. Lo haría aunque fuese con una mano atada a la espalda, aunque me hiciera él dos veces más daño del que le hiciera yo.

No sé, quizá ya nos hemos hecho el daño que tenemos que hacernos. Quizá todos hemos aprendido todo lo que teníamos que aprender, y lo que no hayamos aprendido ya, pues simplemente no vamos para aprenderlo. Ha llegado ese momento en el que hay que enterrar el hacha de guerra y aceptar esas palabras amables, incluso de aprecio, y dejar el asunto cerrado de una vez por todas.

Llevo unos cuantos días dándole vueltas: creo que no sirve de nada seguir acumulando rencor por este asunto, así que dejaré un enlace a este artículo en el libro de los agravios, y a otra cosa.


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