Hermanos Juramentados de la Espada Negra
El peso del papel
8-11-2016 14:30
Por Verion
No recuerdo exactamente dónde arrojé recientemente una breve reflexión sobre la credibilidad que otorga una publicación en papel. A fecha de hoy tengo pocas dudas de que los proyectos que quieren tener un espacio de juego deben contar con este formato, o por lo menos tenerlo como un objetivo a medio plazo.

¿Es una necesidad real? A mí no me cabe duda de que es un elemento muy positivo para llevarlo a la mesa de juego. Un soporte que tiene pocos puntos débiles, que nunca se va a quedar sin batería y que aunque sufra el desgaste del tiempo, siempre va a estar ahí. Aún así tengo la creencia de que en gran parte es un vestigio de tiempos pretéritos en los que era la única forma plausible de compartir información. Y tengo un pequeño argumento. Cojo aire.

Los manuales de rol son demasiado extensos, demasiado pesados. Bueno, hay excepciones, claro, pero de cara a llevarse un manual de referencia a una partida, el “tochaco” de rol no es el formato más práctico. A lo mejor para aprender todas las bases, pero para llevarlo a partida… casi nos sería más práctico un extracto con las partes de consulta, y con un esquema de las reglas en su versión más “legal” con la que dirimir las disputas. Y esto se puede hacer en una extensión mucho más reducida la cual podemos sacar con una impresora… o si se me apura, en un libro electrónico, un formato muy explorado para leer novela, pero poco explotado para los juegos de rol.

No creo ser el único que ha llegado a esta conclusión, vistos los comentarios que reciben versiones compactas de manuales que en su publicación previa eran “tochacos”. No obstante no quiero tampoco profundizar en las ventajas de este formato (lo cual puedo hacer otro día), sino seguir explorando esta cuestión de “El peso del papel”.

En cualquier caso incluso los manuales compactos pueden seguir sin ser el formato ideal, en este sentido en el que siguen compendiando en su interior todo el conocimiento del juego, sin hacer una discriminación completa de lo que sería práctico llevar a las mesas de juego, que insisto sería un extracto aún más pequeño. Desde este punto de vista, ¿por qué podría tener el papel tanto peso?

Sin ánimo de dar una respuesta global, ni pontificar, ni decir a nadie cómo tiene que hacer las cosas (los trece me salven de estas cosas) traeré un par de aspectos en los que el papel supera a las versiones digitales.

El primero es que el papel cuesta más esfuerzo. Publicar en una web un material tiene un coste relativamente reducido (no para nosotros, pero es un caso particular). Sin embargo el papel tiene un coste de imprenta que hay que asumir, y en cuyo compromiso el jugador encuentra una convicción en la que apoyarse. Incluso si se realiza mediante un crowdfunding (o precisamente más) el respaldo da credibilidad a la obra, que recibe un impulso de nuevos lectores, jugadores o coleccionistas.

Este no es un mecanismo nuevo, sino que implica una serie de procesos mentales, conscientes o no, en los que el jugador se siente respaldado por todo un conjunto de información que creadores y publicistas se esfuerza en comprender para luego poder reproducir o emular. Desde mi punto de vista nada debería pesar más que el propio texto puesto a disposición libre, pero dado que haya demasiado material y poco tiempo, se producen tapones que no van a superar todas las creaciones, que van a buscar formas inmediatas de convencer: ilustraciones, currículum, apariciones en medios, y muchas otras estrategias que cada cual considerará honradas o no.

Pero creo que hay en cualquier caso factores adicionales que señalan al papel como un soporte trascendente en todo esto, y el que me ha despertado toda la reflexión es la permanencia de la información: el material en papel tiene tendencia a perdurar más en el tiempo que aquel almacenado en servidores de internet.

Pondré un ejemplo relacionado. En OCIN se acumulan todo tipo de enlaces a artículos y aventuras, pero en su año y pico de existencia ya se han perdido dos blogs que han cerrado sus contenidos, de forma que actualmente son enlaces muertos. ¿Cuánto es el tiempo de vida que se puede esperar de una página en internet? La realidad es bastante amarga, y si no se establecen medidas, probablemente dentro de diez años no se pueda consultar más que una pequeñísima proporción de los enlaces de OCIN, y eso si no es OCIN la que ha caído.

Esto está relacionado con el hecho de que estas páginas web responden demasiado a fuerzas personales de un individuo o como mucho de un conjunto, y en el momento en el que estos dejan de pagar sus servicios por cualquier motivo (la muerte, por ejemplo), toda esa información cae en el olvido.

Esto no ocurre así en el material físico, que tiene la tendencia (a veces molesta) a seguir existiendo pese a todo, y aunque los intereses creativos desaparezcan, el material tiende a distribuirse entre los diferentes actores (a precio de saldo si es necesario), de forma que aquellos interesados en contar con ello en el futuro pueden hacerlo, con mayor o menor esfuerzo económico.

Paradójicamente esto también implica un mayor refuerzo digital, pues aunque la “página web” desaparezca, si existe un material físico probablemente alguien lo escaneé y acabe subiéndolo a internet. En este sentido el papel puede ser también un “backup” del contenido que de otra forma desaparecería con el paso del tiempo.

En verdad esta situación no tendría por qué producirse exactamente. Existen formas de almacenar la información de webs de archivo de forma que se puedan consultar tras su cierre, pero no es algo muy cómodo ni accesible, así que prácticamente a todos los efectos, la mayor parte de los contenidos tienen una peligrosa tendencia a desaparecer tras un periodo de tiempo más o menos largo (si son redes sociales, entonces muy corto).

No sé si en el criterio de cada uno esto tiene peso de cara a apoyar obras publicadas en papel, pero sí afirmaría que a nivel colectivo es una forma de crear un backup distribuido mucho más eficaz que las versiones digitales. Pero, ¿es un buen camino a seguir? Hay una ingente cantidad de publicaciones que se quedan sin esta forma de permanencia, como por ejemplo, sin ninguna pretensión, este mismo artículo.

Quizá sea precisamente pretencioso pensar que lo que hacemos tenga que tener una trascendencia a largo plazo. Quizá lo que hacemos tenga que morir con nuestro interés por ello (que puede coincidir con nuestra muerte). Pero si no es el caso, entonces habría que encontrar algunas fórmulas para dotar de permanencia a algunos contenidos. ¿Es el peso del papel la única forma?




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