NECRÓFAGO

Se trata de un tipo de muerto viviente. Es el segundo tipo más común debido a su naturaleza fácilmente contagiosa. Su cualidad más notable es un apetito fuera de lo común por ingerir carne recientemente muerta. La esfera de poder asociada es "corrupción".

Cualidades físicas

Un necrófago pierde mucha masa muscular con respecto a la que tenía cuando era humano. También desaparece toda la grasa, incluyendo la de la cara. Los ojos parecen por ello más grandes y las facciones más marcadas. En general la piel parece grisácea.

Al contrario que los zombis, no suelen presentar heridas abiertas, y sufren el dolor prácticamente igual que un ser humano.

Los necrófagos suelen tener mermadas la fuerza y resistencia que tuvieran en vida.

Conducta

El impulso primario de un necrófago es alimentarse de cadáveres recientes. Esta necesidad supera a la de los adictos al opio u otras sustancias. Un necrófago hará lo posible por conseguir carne humana, llegando a dañarse en el proceso. La satisfacción que obtienen de esta alimentación los serena durante un segundo, añadiendo más ansia poco después.

Se tiende a pensar que los necrófagos no sienten dolor, pero esto es completamente falso. Lo que ocurre es que el ansia que sufren por ingerir carne humana hace que ignoren casi cualquier dolor.

Grados y proceso

Al igual que en otros muertos vivientes, el proceso de mutación en necrófago no es puntual, sino más bien continuo. No hay un ritual conocido para la creación de necrófagos, pero esta ocurre de dos formas simples. Por una parte, recibir una mordedura de un necrófago implica recibir el mal en una cuantía equivalente a la mordedura. Debido a que los necrófagos no se frenan con un solo mordisco, la conversión en este caso suele ser total, a no ser que casualmente sea separado.

La segunda forma de conversión es más forzada y extraña, y consiste en que una persona sana coma carne ya contaminada con el mal. Esto no solo ocurre cuando intencionadamente se realiza por majadería o ritual, sino que en extrañas ocasiones de hambruna ha dado lugar a peligrosas plagas.

Parece ser que el deterioro físico estaría relacionado con una disfunción en los intestinos, por lo que no sería posible asumir componentes importantes, produciendo la pérdida de músculo y grasa. el deterioro mental viene relacionado con el apetito irracional.

En un paciente parcialmente contaminado la degeneración es menor, tanto a nivel mental como físico. La mejor seña para identificarlo es la delgadez rápidamente adquirida y el engrisecimiento de la piel.

Por desgracia el proceso es rápidamente degenerativo. El enfermo desarrolla la apetencia a un nivel casi instintivo, y cuanta más carne come, más se hunde en el proceso. En los niveles bajos puede ser frenado con una dieta primariamente vegetariana, pero cuando las señas físicas empiezan a ser evidentes suele ser demasiado tarde.

Combate

En general un necrófago será más débil que un ser humano, pero debido a su fácil proliferación y precisamente por esta debilidad, tienden a atacar en grupo.

Lo más importante en un combate contra necrófagos es evitar su mordedura. El contacto de la sangre con su mordisco es peligroso. Si la zona afectada es abdominal, las esperanzas decrecen.

No hay mejor consejo que llevar buenas armaduras, y ser especialmente cuidadoso con los necrófagos eliminados: aunque parezcan moribundos, su sed de carne puede llevarlos a sacar fuerzas de reserva, y más de un guerrero despistado se ha contagiado del mal por un necrófago al que ya había derrotado y había dejado de prestar atención.

Arrojar carne muerta a un grupo de necrófagos los distraerá unos segundos, pero cuando la hayan ingerido se lanzarán a la carga con interés renovado.

Creación.

No hay ritual conocido para la creación de necrófagos.

Invasiones históricas.

No existen registros creíbles sobre plagas de necrófagos anteriores a 473. Dada su naturaleza contagiosa, es suficiente indicio para pensar que de hecho no las hubo hasta más adelante.

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