Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Eres lo que haces
31-10-2016 14:12
Por Verion
Eres lo que haces. Este es un pensamiento que rige mucho mi vida, y que en muchas ocasiones les digo a personas cercanas, no porque me lo pidan como consejo, porque no es un consejo, sino cuando se da una contradicción muy evidente entre lo que una persona siente de sí misma y lo que sus acciones dicen de él.

Voy a poner un ejemplo. Imaginemos una persona que tiene una percepción de sí mismo como una buena persona, pero que en realidad sus actos de bondad no se traducen en ninguna acción porque sus amigos cercanos no precisan de ayuda y no tiene capital económico para dotar de otro tipo de ayuda a personas más necesitadas. En este sentido esta persona dejaría de ser la buena persona que cree ser para ser una neutra.

Es más, si la influencia de esta persona sobre terceros creara más mal que bien, prácticamente podríamos hablar de que pese a que tuviera unos ideales muy firmes y convencidos, si no se ejecutan adecuadamente, hablaríamos directamente de una mala persona. Somos los que hacemos, no lo que pensamos o decimos. Ni siquiera lo que los demás piensen o digan de nosotros.

Supongo que esto guarda una relación muy directa con el concepto de la libertad, en el sentido de que somos responsables de lo que ocurre con lo que hacemos. Pero, ¿en qué momento las simples palabras dejan de ser aire y se convierten en un hecho? Está claro que la acción motora de mis músculos es un acto en sí mismo, pero las palabras también pueden tener consecuencias pesadas, como a veces me hacen notar algunos contertulios.

Dicho de forma sencilla, cuando una personalidad pública dice algo, esas palabras ya inducen al cambio de actitud y por lo tanto a la posible acción de terceras personas. No obstante se diría que la autocensura en estos sentidos puede ser peor que los efectos derivados de las manifestaciones libres.

Yo no creo que yo sea en mí una personalidad pública, si bien hay ocasiones que se busca las cosquillas a cualquier cosa que digo, y eso me molesta un poco. Asumo que es algo que tiene que ocurrir, pero aún así resulta algo doloroso.

Pero incluso creo que dentro de este concepto de acciones y consecuencias, no creo que se pueda juzgar a una persona porque sus actos hayan llevado a acciones de terceros en tanto que él no provocara esas acciones directamente. En este sentido él es una causa (ahora vuelvo sobre esto), pero no es la única causa. Quizá en este sentido un problema mayor es la ausencia de capacidad crítica y autocrítica de aquellos que utilizaron su mensaje para hacer algo que de hecho la personalidad pública nunca realizó como acción.

Es discutible que el hecho mismo de que las palabras vertidas públicamente pueda ser una causa de una acción o suma de acciones por parte de terceros. A mí me parece que estas comunicaciones puedan ser un disparador de una furia contenida, o de otros sentimientos o causas no revelados, pero que en cualquier caso podrían dispararse por multitud de motivos. En este sentido achacar la causa (o incluso la culpa) a comunicaciones de personalidades públicas me parece un poco falaz, o incluso infantil, la verdad.

Esto no quiere decir que un personaje público no pueda ser responsable en sí mismo. Una cosa es, por ejemplo, manifestar una opinión en una canción, y otra bien distinta dar una orden encubierta a una legión de acólitos. Lo primero es una expresión en la que ella misma es el objetivo, y lo segundo es una acción en sí misma que todos entenderemos.

Para mí el asunto central de todo esto es que uno es lo que hace. Es algo que no solo he reflexionado todo lo profundamente que puedo, sino que además me resulta muy natural. Un fracaso es un fracaso, independientemente de la intención que hubiera detrás de ello. Si el barco se hunde, da igual que ocurra porque recibiera los cañonazos enemigos o porque los marineros fueron negligentes. El hecho es que el barco se hunde, y es lo que a fin de cuentas va a importar.

Esto no significa que no piense que haya que depurar responsabilidades. Entender el pasado es muy importante (para algunos la única vía) para no repetir los errores en el futuro. Pero la verdad es que en lo que a mí respecta, las intenciones suelen tener más bien poco peso, y me fijo más en los actos, a no ser que las intenciones sean en sí mismas parte del mismo acto. En el ejemplo citado, si el marinero hundió el barco voluntariamente, es parte del acto, y es algo a investigar en sí mismo, pero si al contrario, se dio por negligencia, no ayuda nada el hecho de que el marinero se considerara un excelente trabajador o tuviera genuinos deseos de vencer en el combate.

En parte, a lo que quiero llegar es que incluso siendo tan radical como yo, hay una línea divisoria que separa las palabras y los pensamientos de los hechos, pero esta línea es tremendamente difusa. Por ejemplo, en las comunicaciones digitales que muchos tenemos, las palabras y los actos son la misma cosa. Este mismo artículo es el hecho fundamental, el acto en sí mismo. Yo soy este artículo, al menos en una pequeña parte. Y luego cuando se ocasionen comentarios (si es que se dan) cada uno será ese comentario, al menos en una pequeña parte.

En muchas ocasiones me pregunto si acabo haciendo las cosas bien. Prácticamente todo el mundo me dice que debería no hacer caso de las críticas hostiles que a veces ocurren en mis redes, pero yo más bien tiendo a dar una respuesta contundente. Supongo que está en mi personalidad. ¿Mediante este acto me convierto en una persona hostil yo? Si lo que genero luego en terceras personas es incomodidad o resentimiento, ¿me he convertido en eso? ¿Cómo debería actuar entonces?

Después de mucha reflexión siempre llego a una conclusión: tal y como son las redes sociales, la única posibilidad razonable para evitar el dominio de esas actitudes tan hostiles es cortarlas de raíz. Es decir, borrar directamente los comentarios que cortan el debate con fines tendenciosos. Y si bien tengo el deseo de hacerlo, mi odio más natural a la censura me han llevado a comedirme hasta el punto de autocensurarme yo mismo y dejar de participar. Es algo para lo que desde luego yo no tengo una respuesta.

En ocasiones tengo la sensación (y siento divagar tanto) de que esta separación entre palabra y acción también tiene su presencia directa dentro de las acciones creativas en el ámbito cultural contemporáneo. Prácticamente tengo la sensación (un poco triste) de que las publicaciones digitales son la “palabra”, mientras que las publicaciones físicas serían algo así como la ejecución del proyecto, es decir, el “acto”.

Esto que digo puede parecer un poco frío, y quizá incluso como algo muy feo por mi parte. A mí no me gusta que sea así, pero desde luego siempre he tenido la percepción de que es así. Yo querría que el material de Espada Negra se publicara en digital, y que cada cual se sacara la redundancia física como le apeteciera (de este palo íbamos al principio, de hecho). Pero cuando se empezó a tomar más en serio al material fue cuando nosotros lo publicamos físicamente, en este caso con la ayuda de un crowdfunding. Y tengo la sensación de que el asunto de las ampliaciones funciona similar.

¿Esta situación se produce por el sustrato cultural en el que vivimos? Es decir, que hayamos aprendido que esta es la forma de hacer las cosas. Si es así las obras creativas digitales tardarán mucho en tener valor (y no me refiero necesariamente a valor económico), y permaneceremos en esta situación en la que el material físico será necesario como acto.

Se podría pensar que, en oposición o en añadidura, el paso de publicación física es parte del sistema de garantías, y que en el horizonte de infinidad de publicaciones el hecho de que exista una energía para publicarlo físicamente es en sí mismo una demostración de compromiso que para el receptor sirve de coladero. Lo mismo se aplicaría a la ampliación de una línea con sumplementos.

Me consta que este artículo ha sido un poco difuso tanto en su planteamiento como en su ejecución, pero la verdad es que tenía la necesidad comunicativa de soltar todo esto, que seguramente parezca la mayor perogrullada del mes, pero que para mí tiene su importancia, porque creo que todos deberíamos salir un poco de nuestras cabezas y mirar en qué actos se traducen nuestros pensamientos y palabras. Y este artículo es, a fin de cuentas, uno de los muchos actos que me configuran. Y no de forma pasiva, sino porque lo elijo así.


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