Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Una era de iluminación
26-7-2016 10:38
Por Verion
Un viejo amigo mío solía decirme que con el florecimiento de internet terminamos de abandonar una era de oscuridad para entrar en una de tanta iluminación que éramos incapaces de ver nada porque estábamos cegados por el inmenso resplandor.

Lo que yo entiendo que mi amigo quería decir era que en la impresionante cantidad de información a la que hoy en día una persona puede acceder, es imposible extraer un buen compendio de información que lo haga a uno una mejor persona, capacitada para tomar decisiones sensatas para sí mismo, los que lo rodean y el resto del planeta.

Creo que no estoy de acuerdo con esta forma de ver las cosas que está muy ligada a las visiones tradicionales, y pienso que de alguna forma se puede realizar una buena criba, ser selectivo y llegar a estar decentemente informado con respecto a un buen número de materias, pero también pienso que es muy fácil no entrar en esta situación y terminar cegado o incluso dando manotazos sin sentido.

Entonces, ¿es posible llegar a recibir la información adecuada en un tiempo razonable?

No voy a entrar a analizar este concepto de “lo adecuado”. En su lugar empezaré valorando simplemente la cuestión de la magnitud con un ejemplo: youtube manifestó que en 2014 se subía cada minuto unas trescientas horas de vídeo. Asumiendo que este ritmo no se haya incrementado (una asunción débil, el dato de 2014 triplicaba al de 2013) si quisiera ver todo el vídeo que se subió el día de hoy, 25 de Julio de 2016 necesitaría casi tres cincuenta años.

Esto es únicamente un ejemplo que también se reproduce en los medios escritos. Si sumamos absolutamente todos los periódicos del mundo, todos los blogs, todas las redes sociales, cada décima de segundo es un bombardeo de información inconmensurable para la mente humana. No está mal para algo que hace veinte años de nada era el reducto de unos cuantos.

Creo que hay varias cualidades positivas de todo esto. La más evidente es que hay información de prácticamente cualquier cosa. ¿Queremos saber de juegos de rol? Hay muchísimo material. ¿Tutoriales de maquillaje? Todo lo que quiera y más. ¿Formas de cocinar galletas? ¿Papiroflexia? ¿Grupos de entrenamiento de carreras hacia atrás? Si uno es capaz de filtrar la información útil de la inútil, ahí está.

La otra gran ventaja es la democratización de la información, tanto en su expresión como su acceso. Ahora uno puede decir ante millones de personas cosas que antes solo le iban a escuchar como mucho unos centenares.

En verdad esto que digo está un poco exagerado, porque la realidad es que, de la misma forma que en el mundo tradicional los medios están controlados por los poderosos, en el explosivo mundo de lo digital también se establecen cadenas de poder que, si bien no son tan robustas, limitan esta capacidad de expresión que en realidad resulta más bien teórica.

Casi puedo sentir la respuesta no contenida de algunos lectores: si uno quiere información, no tiene más que pedirle al buscador lo que necesite saber. En este sentido hay que reconocer que los mencionados buscadores han mejorado mucho, pero yo creo que en lo que han mejorado especialmente es en producir dinero a los dueños de los buscadores, y como tal no están tan interesados en ofrecernos aquello que queremos saber como aquello que nos satisface saber, y esta es una práctica muy peligrosa.

En cualquier caso si yo le pregunto al buscador “qué necesito saber” no me ofrece una respuesta muy útil. Es decir, está claro que si uno tiene una necesidad concreta en un momento dado puede llegar a una respuesta más o menos conveniente, pero yo no creo que este sea el caso general. Por ejemplo, a mí me podría gustar estar al día de lo que ocurre en el mundo del aeromodelismo. ¿Qué debo hacer en este caso? Y ya siento la respuesta fácil: únete a grupos en redes sociales, sigue a individuos con pasión por el tema, y alternativamente estate atento a sus blogs.

Interesante opción, supongo. Y lo de los blogs casi lo digo de forma anecdótica, porque es algo que se va llevando mucho menos en beneficio de las citadas redes sociales y del formato de vídeo también mencionado.

En verdad esto me lleva a la que quizá sea la parte fundamental del artículo, y es que la misma forma de publicar un contenido cambia el contenido en sí mismo. Es decir, la mayor parte de personas queremos que un contenido llegue al mayor número de personas posibles, y eso nos lleva a adaptarnos a una estrategia para lograr esa funcionalidad. En el caso de los contenidos escritos estaremos muy atentos a todo esto del SEO, y en el caso de las redes sociales… bueno, eso es un mundo en el que simplemente la hora de publicación ya es brutal, ya no quiero decir conceptos como la ubicación de una imagen o por supuesto la brevedad y contenido del mensaje.

Creo que la cosa va aún más lejos, y que no solamente la forma de publicar un contenido cambia al contenido en sí mismo, sino que también cambia al lector (o por lo menos a algunos lectores), y mediante diversas herramientas incluso afecta a las personas que se expresan y a la visión general de la sociedad. Y esto en sí mismo cambia a la sociedad.

Voy a intentar ahondar en esto. Al hablar de redes sociales me estoy refiriendo a construcciones como Twitter, Facebook, Google plus y similares que pese a tener una utilidad diferente (y de hecho un tipo de usuario muy diferente) comparten algunas cualidades comunes. De todas ellas me voy a servir principalmente de dos: un mensaje breve, y una duración de la información también breve.

Creo que el que haya leído hasta aquí será consciente de que una gran parte de internautas han perdido mucha capacidad de concentración, y que de hecho los artículos “tirando a largos” (en realidad este sería corto para estándares de hace no tantos años) no son para nada leídos. De hecho suelen ser abandonados, así que el lector que haya llegado hasta aquí ya sabe que por este hecho, independientemente del artículo, probablemente tenga una mayor concentración que la media. O quizá mucha paciencia si el artículo no tiene el interés suficiente, aunque ese sí que es otro asunto.

De hecho esta situación ha llevado a diversos expertos a plantearse cuáles son las técnicas para que nuestro cerebro no vaya saltando de “unidad mínima de información” en “unidad mínima de información”, y no creo que sea el único que haya tenido que establecer cierta metodología para no caer en la trampa de pasarse el día botando de mensajes del móvil a correos, de ahí a mensajes de redes sociales, y de ahí a procastinar y preguntarse qué ha hecho uno con su día, con su semana o con su mes.

Se diría que esta es una de esas pescadillas que se muerde la cola. Es decir, el público demanda contenidos inmediatos, así que los creadores de contenidos se los dan, así que la capacidad de atención mengua y el público demanda contenidos inmediatos, así que los creadores de contenidos… bueno, creo que se entiende el hilo de pensamiento.

¿Es esta perspectiva teórica aplicable al ente que estamos observando? Yo creo que sí, pero también creo que a fin de cuentas es uno de esos muchos asuntos de ética que todas las partes de la cadena pueden plantearse si quieren. No creo que tenga otra forma de tratarse.

Pero en verdad estoy bastante convencido que no es para nada el único problema grave con el que nos estamos encontrando en este espinoso asunto del acceso a la información. Ya anticipaba al principio del artículo que en mi opinión esta situación general pervierte la visión del mundo y por lo tanto acaba por cambiar la sociedad en sí misma. Voy a desarrollar levemente esta idea que está inmediatamente relacionada con los sesgos cognitivos, algo muy horrible y que por desgracia nos afecta a todos (creo), y lo que todos deberíamos estar muy en guardia.

Un sesgo cognitivo es una distorsión de la percepción de la realidad normalmente basada en la experiencia limitada del individuo, algo que en verdad tiene mucha relación con los conceptos de probabilidad y estadística.

Por ejemplo, el efecto Dunning-Kruger es un sesgo cognitivo según el cual los individuos con escasa habilidad tienden a sobreestimar su capacidad (creerse los más listos del corral) mientras que aquellos más capacitados tienden a subestimar su capacidad al pensar que, dado que lo que hacen les parece fácil, debe ser fácil para todo el mundo.

No he elegido este ejemplo “con nombre” al azar. Hay varias personas que postulan que está detrás de la forma en la que avanza internet en relación con estas redes sociales. La idea, abreviando, es que las personas que sobrestiman su opinión tienden a lanzarla a los cuatro vientos, mientras que aquellos que la subestiman, pues no solo tienden a pensárselo más, sino a hastiarse de ver cómo se vierten las primeras, y a medio plazo dejan de participar.

En este sentido yo tengo la sensación de que, en las secciones de comentarios de diversos medios escritos, la calidad de los mismos ha decaído con el paso del tiempo (en muchos casos hasta tengo la sensación de que ni se leen el artículo original). Quizá haya un sesgo cognitivo por mi parte, o quizá sea un molesto caso del efecto Dunning-Kruger, o quizá las dos cosas, o más aún.

Si esto solo fuera así no me sentiría del todo molesto, pero como ya he mencionado creo que estas manifestaciones tienen el poder de cambiar la percepción de la sociedad, y por lo tanto despertar respuestas secundarias de lo más impredecibles. ¡Como para fiarse luego de las encuestas electorales!

Me preocupa aún más incluso el pensamiento de que las personas más cualificadas, o incluso aquellas con una opinión moderada tiendan a quedarse calladas. ¿Cómo puedo conocerlas entonces? ¿Cómo puedo beber de su sabiduría? Yo no sé si soy una persona radical o moderada (creo que soy un radical moderado, de hecho), pero sin duda he sido consciente de que estoy mejor bastante callado, por lo menos en lo que se refiere a redes sociales.

Lejos de ser partidario de la censura o cierre de redes sociales (encantado de la democratización de la información, oiga) prefiero las formas de expresión más tradicionales como las entradas de blog (se nota, ¿no?) o la participación de ciertos foros especializados de opinión, si bien reconozco que estos últimos tienden a focalizar la información de una forma parecida a la que lo hacen las redes sociales.

Creo que de hecho las redes sociales podrían estructurarse de una forma que no fomentaran toda esta serie de problemas que cito, y que aún así mantuvieran sus virtudes fundamentales. Por supuesto no cuento con que esto ocurra, porque los ingresos de sus beneficiarios dependen de este consumo rápido y mayoritario. Así es la vida.

En parte con este ánimo cree ocin (y juégame, más tarde) como un reducto en el que la información se mantuviera a lo largo del tiempo y constituyera una referencia de consulta posterior. En este sentido muchas personas critican que no les llegan muchas visitas de ocin, cosa que yo veo comprensible dada la estructura del consumo de información en internet. Y ojo, que creo que ocin tiene el potencial para despertar mayores visitas, pero no desde luego para hacerle “competencia” a las redes sociales actuales.

No son pocas las ocasiones en las que de hecho he pensado en cómo ocin podría estructurarse como una herramienta de red social que fomentara la información crítica con capacidad de perdurar en el tiempo. La verdad es que he tenido algunas ideas, pero nunca he decidido llevarlas a cabo porque creo que requieren una cantidad de participación con la que no va a contar.

No quiero desaprovechar esta ocasión para citar otro sesgo cognitivo que me ha parecido percibir, y es aquel según el cual las personas solo manifiestan la parte positiva de sus vidas en la redes sociales, y en cualquier caso esconden las negativas. Yo siempre he manifestado ambas… ¡y así me va! Pero también creo haber visto personas muy condicionadas al pensar que sus vidas eran una mierda en comparación con las de los demás. ¿Sesgos cognitivos por todas partes? ¿Tendrá este sesgo nombre propio?

Así que después de darme unas cuantas vueltas por razonamientos, especulaciones y anécdotas, me siento preparado para volver a la pregunta inicial. ¿Es posible recibir la información adecuada en un tiempo razonable?

Creo que para no entrar en sesgos cognitivos, la respuesta es “dependerá de la persona”. Pero si hablamos de lo que este sujeto observa, la respuesta es “difícilmente”. Creo que en relación con las búsquedas inmediatas somos muy dependientes de resultados de buscadores que buscan su propia conveniencia, y que en relación con la información pasiva, la experiencia estará limitada por el afán de notoriedad en redes sociales por parte de autores, incluso aunque esté accediendo a dichos contenidos mediante la funcionalidad RSS.

Empecé a usar internet en los tempranos noventa, cuando las páginas web y el correo eran “una forma de usar internet”, como también lo era el IRC y los grupos de noticias. Y de verdad que por aquel entonces ya soñaba con un internet que se pudiese llevar en la mano. El otro salí a correr y me puse una emisión de los hermanos que me amenizó completamente mi actividad deportiva (la cual me gusta en sí misma). Esto no lo soñaba hace veinte años, la verdad, y seguramente solo sea la puerta de lo que podamos hacer dentro de otros veinte. Pero aún así no me ha gustado el momento en el que internet se ha vuelto tan masificado, e insisto que me encanta la democratización de la información. Lo que no me gusta es lo que viene detrás; la ley, el interés general y las estructuras derivadas de aquello que simplemente le produce beneficios económicos.

Supongo que no deja de ser curioso que un sujeto como yo que se dedica a la ejecución y promoción de juegos, novelas y demás se sienta tan lejos del entorno social que más ha permitido su expresión. Siento que toda la vida he deseado una aplicación de comunicación escrita y gratuita que todo el mundo usara, para finalmente no usarla yo.



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