Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Algunas cosas que he aprendido sobre la biodiversidad rolera
9-12-2016 14:02
Por Verion
En los últimos años he tenido la ocasión de compartir con muchas personas mi afición por el rol. No en vano he ido a una cantidad de jornadas ingentes y creo que quizá esté cerca de ostenta algún tipo de récord de jugadores en una partida de mesa (17). Esto me ha llevado a jugar con todo tipo de personas con las que he tenido experiencias obviamente diferentes, porque creo que he tocado todo el espectro de edades, de géneros, de orientaciones políticas, de veteranía, y por supuesto, de participación en internet.

En todo esto juega un papel importante la muy creciente hermandad. No sé hasta donde va a llegar este colectivo en el que tantas alegrías tengo, pero en la actualidad ya pasa bastante de los treinta miembros, y yo espero que algún día supere los cincuenta y, ¿quién sabe?, quizá los cien. En este papel creo que siempre estamos haciendo una tarea de “excavación” en las canteras roleras, poniéndolos al a vista de aquellos que puedan compartir los principios grupales y el gusto por el rol objetivo.

Y como sea que he jugado con tantos jugadores (y con más que espero hacerlo) obviamente he visto y sentido cosas que no estaban en mi haber hace casi veinte años, cuando jugar a Espada Negra era quedar con los, como mucho, quince colegas de los pueblos cercanos (sí, ya entonces hacía macropartidas). Y ahí van algunas cosas que he aprendido. En mi experiencia, que es la mía y la de nadie más, y que configura mi opinión. La mía.

Jugar con jóvenes casi nunca es negativo

Antes de seguir, añadir que no me gusta jugar a rol con niños. A mí me gusta que las aventuras tengan lo que tengan que ser, con asesinatos crudos, violaciones más crudas, suicidios espantosos… y lo que quiera que sea en función a los personajes. Si tengo que moderar el mensaje porque hay personas cuya sensibilidad ofender… bueno, pues me siento sucio.

Esto es algo que a veces hablo con Enrique Vila, y es que cuando nosotros teníamos doce años (respectivamente, cada cual en su territorio) éramos ya igual de perturbados. Yo creo que esta idea de tener a los chavales entre colchones no es muy buena, pero en fin, no soy educador, así que mi truco consiste en avisar que mis partidas son solamente para personas maduras. Si un jugador de la edad que sea asume que es maduro (no todos lo hacen) y pasa sin aburrirse por la creación de fichas (aprovecho y pongo a prueba su capacidad lectora y matemática todo lo que puedo, mucho más que con adultos legales), entonces para mí es adulto. Y en este sentido no he tenido malas experiencias.

Volviendo al asunto principal, jugar con jóvenes no es que sea bueno, es que para mí ha sido vital. Y en este sentido ya digo que he tenido participantes de todas las edades, incluyendo jugadores habituales. Por lo que lo considero especialmente positivo es porque creo que existe un riesgo por parte de los más veteranos de estancarse en grupos demasiado rígidos con una visión cansada o incluso cínica de la vida y el juego. Con los jóvenes no pasa esto, sino más bien lo contrario.

Yo espero que los años que me queden de vida los pase jugando con personas de todas las edades, todos juntos e iguales en la misma mesa, llevando personajes absolutamente variados.

Creo que además Espada Negra penetra mejor en estas “terceras y cuartas” generaciones que en las más primigenias entre las que me cuento, porque en esta estamos mucho más hechos a lo que conocemos, y cuesta mucho más sacarnos de los que quiera que fueran nuestros mitos de la juventud.

Escucho mucho que no hay renuevo generacional. ¿Será que está todo en mis partidas?

Rozar la igualdad de género

Tengo que decir una vez más que esto es una cuestión de opinión basada en mi experiencia. Y en mi experiencia pretérita no había mujeres en el rol, mientras que en la actualidad en mi mesa de juego se roza la igualdad. En la última partida de la hermandad cuatro de diez jugadores eran mujeres, y de hecho ayer jugué una partida a tres en la que yo era el único… bueno, yo soy agénero, pero agénero dotado con genitales masculinos.

Antes de seguir quiero aclarar que a mí me parece pobre afirmar cosas sobre un sexo o un género, y como agénero me resulta hasta doloroso porque… los roles sociales de género me resultan dolorosos. Soy de la opinión de que todos somos individuos con características muy llamativas de las que ninguna debería venir impuesta por condición cultural o de nacimiento. En cualquier caso lo que yo afirme está sesgado a lo ocurrido en las mesas de juego en las que yo participo.

En primer lugar tengo que elogiar la capacidad que he creído encontrar a la hora de elegir personajes interesantes y diferentes a la jugadora. En este sentido creo que suelen llevar (repito, en mi experiencia) los personajes “de diferente sexo” con mucha naturalidad.

También he sentido luces en relación con la creación de personajes originales y la inmersión en ellos. Tengo la sensación de que la mayor parte de jugadores de sexo masculino no buscan tanto brillar en este sentido, sino más bien en la ejecución posterior de acciones, aunque sea interpretando a un ser más “típico”, por usar una palabra.

La diferencia de ingresos casi nunca significa nada

Esto es bastante peculiar, porque si bien no creo haber tenido en mi mesa a ningún rico de verdad (de estos que tienen ingresos de varios cientos de miles al año) sí que creo que en mi mesa se han juntado personas que cobran un bruto anual que igual se acerca a los cien mil euros anuales (a mí me parece un montón) con otros que incluso están en riesgo de exclusión social.

No sé si será una cuestión de que el tipo de persona que juega Espada Negra es similar en sí misma por otros motivos, pero he notado escasa diferencia a la hora de jugar en este sentido de las diferencias culturales. Creo que la mesa de juego nos iguala a todos, porque nadie va a ser más por tener más dinero.

De hecho, si he notado algo es que los parados y estudiantes tienden a poder leer y participar más (por el tiempo libre, a fin de cuentas), así que si eso los que tienen menor fuerza son los que tienen los ingresos elevados, porque están muy ocupados trabajando.

Como digo, nunca he jugador con ricos auténticos. Que yo sepa. Como mucho, pijines.

Las diferencias territoriales se notan… un poco

Pero no mucho. He viajado por todos los extremos del país, y si bien no he estado en todas las comunidades autónomas me siento persuadido de que el rol tiene un lenguaje y una forma de obrar común que nos lleva a que viajar de jornadas y entendernos en partidas sea bastante fácil.

Las diferencias territoriales se notan en algunos casos en los que el sujeto es un claro heredero de su cultura, pero incluso en este caso no tengo la sensación de que afecte en sí al entendimiento, sino simplemente a que el jugador va a tener un estilo diferente, lo cual en realidad se agradece.

Tengo que decir que la hermandad ha sobrepasado las fronteras nacionales, y que actualmente jugamos y cooperamos en campaña descentralizada con un grupo de Argentina, y estoy convencido de que la experiencia, que ya es buena, nos dotará de aún más variedad.

No puedo desaprovechar esta ocasión para agradecer a los jugadores de la hermandad que se desplazan cientos de kilómetros para acudir a estas partidas que ocurren a cientos de kilómetros de sus residencias. ¡Juntos nos hacemos grandes!

A más vocero, más cuidado

Supongo que por el momento habrá quedado claro que mis conclusiones van en la dirección de que la mayor “biodiversidad” en la mesa proporcionará una experiencia crecientemente positiva a sus integrantes, así que siento enturbiar ese mensaje con una aportación contraria.

El asunto viene a ser la participación en redes sociales. En este sentido he jugado desde con personas que ni saben del movimiento de geplus (ni saben que exista ningún juego español) hasta con los más eminentes gurús del panorama nacional. En este sentido he aprendido a tener cuidado con los que tienen amplia presencia por internet; todos ellos suelen tener una buena estima de sí mismos, sin que esto tenga que ser negativo. Algunos lo hacen bien y aportan su superior experiencia sin nada de displicencia, pero otros se pasan la sesión criticando el sistema, la aventura y a los otros jugadores, siendo esto último lo único que no aguanto.

En mi experiencia, lo mejor es dejarles hacer. Ser muy estricto con el sistema y la aventura, que quede claro que lo que hay es lo que es, que no ha habido “trampas” de máster. Dentro de lo malo son relativamente fáciles de detectar: si se pasa toda la creación de personajes hablando de lo fantástico que es su personaje y de lo mucho que sabe de sistemas y ambientes, va a ser una sesión regulera. Yo desde luego no suelo poder levantarlo.

Esto no es algo que diga yo por un odio particular, sino que me ha sido constatado varias veces por el resto de asistentes a la partida. Y como digo, no es un principio que se de siempre, pero por desgracia sí creo que ilustra un triste principio operativo de internet: los que más vocean son los que más llaman la atención.

Como digo, hay jugadores de estos veteranos que aportan mucho, y otros que destruyen mucho, pero sin duda todos suelen (solemos) ser grandes atractores de atención.

En conclusión

Se dice en muchas ocasiones que este es un hobby de nicho, sin renuevo generacional y endogámico. Mi experiencia no es suficiente para demostrar lo contrario, pero sin duda es totalmente lo contrario, aunque cada cual sabrá lo que hace con esa información. Yo creo que se puede hacer por conseguir una mayor diversidad, porque esta será muy valiosa, pues creo que nos ayudará a crecer como jugadores y personas, y también nuestra experiencia de juego será, en mi opinión, superior.

En este sentido creo que hay que estar dispuesto a hacer ciertas concesiones curiosas. Por ejemplo en mi caso he entrado en contacto con diversas personas que participan más en el rol de foro que en la tradicional afición de mesa, pero que están dispuestas a echar su tiempo e incluso a colaborar de una forma muy activa, algo que se está notando en la campaña distribuida “Noches de sangre en Nased”.

También resulta curioso que estas personas son las que más se adaptan a las nuevas tecnologías, y observo con curiosidad que tienden a utilizar mucho más herramientas como el gestor de fichas online y la aplicación para Android, y a deprecar más de las fichas tradicionales y del manual físico. En este sentido me siento, con mis pequeñas manías, más cerca de ellas que del tradicional “varón de entre treinta y cuarenta” que tanto monopoliza los puestos de responsabilidad en esta afición.


Me despido con un defecto. Siempre me gusta poner un defecto en los artículos de sociedad. En este caso mi humilde recomendación es evitar la simpleza mediante la diversidad.



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