Como sabrán aquellos asiduos a este espacio, soy un defensor del acceso libre a la cultura, y siempre he obrado de forma acorde a este principio. En este sentido la hermandad publica todo el material con licencias libres, incluido el
juego de rol, las
novelas, el
juego de mesa, y en el futuro otras cosas. Creo que el día en el que todo el conocimiento sea libre tendremos importantes armas para ser una sociedad mucho más educada.
Muchas veces los ingeniosos capitalistas me señalan que esta forma de obrar no solo no es buena, sino que es perniciosa. El argumento señala que si los creadores no pueden “vivir” de sus obras, entonces en el futuro no habrá obras, o que si las hay serán de inferior calidad puesto que sus autores no se podrán dedicar a crear a tiempo completo... y ese tipo de cosas. En este artículo no voy a intentar desmontar esta curiosa falacia que utiliza como base los principios del capitalismo para llevar al idea del conocimiento libre a una supuesta “maldad”. Quiero decir, que incluso en esta dualidad de “autores que tienen que comer” y “el derecho de las personas a acceder al conocimiento” creo que pesa más la segunda. Es más, creo que el día que las personas accedan al conocimiento podrán decidir mucho mejor si quieren sustentar a estos creadores. Creo que es mejor que lo hagan voluntariamente, y no porque el sistema proteja a los creadores. Y soy un creador.
Esta prolongada introducción viene porque en ocasiones los expertos del capitalismo me señalan que ofrecer el material de forma gratuita es una forma de devaluarlo, de indicar que “no se le concede valor”, y que las personas no lo van a apreciar por ello. Es un pensamiento al que hay que prestar atención porque tiene mucho de cierto, y se nota en determinados ámbitos, y sobre todo en algunas circunstancias concretas.
Por ejemplo, cuando un proyecto con este carácter libre pone el material a libre disposición no es en sí una gran noticia, puesto que las personas ya están acostumbradas. Sin embargo de repente llega el día del “juego de rol libre” (el vigésimo de junio) y algunas compañías liberan un pdf, y es un alucine. Y nosotros no podemos liberar nada, porque ya está todo liberado. Y es raro, porque parece que no puedes ser parte de la celebración, eso que publicas de una forma libre.
Otros momentos similares se dan cuando una empresa pone material digital a un precio muy asequible, y de nuevo todo el mundo está muy contento con la nueva política de acercamiento de dicha empresa. Otras quizá tenían un precio asequible desde el principio, o quizá publicaban de forma libre.
Entiéndase que en estos momentos no pretendía empezar a protestar del comportamiento de las empresas o del público, cosa que de verdad no quiero hacer porque no tengo ninguna gana o necesidad de hacerme mala sangre con estos asuntos más allá de defender los principios del conocimiento libre, y como un proceso, no como una imposición que haya que conseguir de la noche a la mañana.
Lo que pretendía, pues, era señalar este concepto capitalista y consumista de que mediante la disminución de los precios se consigue dar una impresión de que la obra “no merece la pena” porque “no vale nada”. Siguiendo este hilo de pensamiento me vino otra pregunta a la cabeza: ¿Y si los juegos de rol son demasiado baratos? ¿Y si los hemos devaluado demasiado?
Pongamos por ejemplo a un grupo de cinco amigos que deciden ir al cine a ver una película de moda. Por el mismo precio que les ha proporcionado menos de tres horas de diversión pueden acceder a un volumen que puede dar, por ejemplo, cincuenta horas de diversión (y en realidad muchas más).
De acuerdo, sé que en un juego de rol existen costes asociados, algunos de los cuales son difíciles de evaluar en términos económicos, pero aún así la percepción del coste podría estar siendo un condicionamiento negativo a nivel consumista: “Si esto del rol es tan (relativamente) barato, seguro que no es del todo buena cosa”.
Por supuesto no pretendo que ahora los juegos de rol cuesten cien euros por unidad, o que haya una cantidad ingente de productos consumistas a su alrededor, solamente pretendo señalar una reflexión curiosa sobre principios capitalistas que para mí resulta muy paradójicos.
Me pregunto qué visión externa tendrían los juegos de rol si su coste fuera elevado, acorde a la cantidad de diversión que pueden otorgar. ¿Se miraría a los jugadores como a unos chalados que se dejan un dineral? ¿Tendría un mayor prestigio?
Desde luego seguiré luchando por el conocimiento libre, y no solo por eso, sino por un mundo auto conservativo en el que los juegos de rol pueden tener un papel muy importante como forma de ocio principal.
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